Rincón LITERARIO



The Parade Ends

Reynaldo Arenas

poeta cubano

Paseos por las calles que revientan,

pues las cañerí­as ya no dan más

por entre edificios que hay que esquivar,

pues se nos vienen encima,

por entre hoscos rostros que nos escrutan y sentencian,

por entre establecimientos cerrados,

mercados cerrados,

cines cerrados,

parques cerrados,

cafeterí­as cerradas.

Exhibiendo a veces carteles (justificaciones) ya polvorientos,

CERRADO POR REFORMAS,

CERRADO POR REPARACIí“N.

¿Qué tipo de reparación?

¿Cuándo termina dicha reparación, dicha reforma?

¿Cuándo, por lo menos,

empezará?

Cerrado…cerrado…cerrado…

todo cerrado…

Llego, abro los innumerables candados, subo corriendo la improvisada escalera.

Ahí­ está, ella, aguardándome.

La descubro, retiro la lona y contemplo sus polvorientas y frí­as dimensiones.

Le quito el polvo y vuelvo a pasarle la mano.

Con pequeñas palmadas limpio su lomo, su base, sus costados.

Me siento, desesperado, feliz, a su lado, frente a ella,

paso las manos por su teclado, y, rápidamente, todo se pone en marcha.

El ta ta, el tintineo, la música comienza, poco a poco, ya más rápido

ahora, a toda velocidad.

Paredes, árboles, calles,

catedrales, rostros y playas,

celdas, mini celdas,

grandes celdas,

noche estrellada, pies

desnudos, pinares, nubes,

centenares, miles,

un millón de cotorras

taburetes y una enredadera.

Todo acude, todo llega, todos vienen.

Los muros se ensanchan, el techo desaparece y, naturalmente, flotas,

flotas, flotas arrancado, arrastrado,

elevado,

llevado, transportado, eternizado,

salvado, en aras, y,

por esa minúscula y constante cadencia,

por esa música,

por ese ta ta incesante.