Fin a la crisis


Cumbre. Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, expone sus argumentos durante la Cumbre Europea realizada en Lisboa, en donde se consensuarí­a un tratado que darí­a paso a una nueva Constitución del bloque. (AFP / La Hora)

La Unión Europea (UE) cierra este viernes en Lisboa una cumbre que será recordada por la adopción de un tratado que acaba con dos años de crisis institucional y permite agilizar la toma de decisiones tras la ampliación a veintisiete miembros.


Lisboa dará nombre al nuevo tratado que será firmado el 13 de diciembre en la capital portuguesa, cuyo nombre quedará para siempre asociado a la construcción europea, como antes le ocurrió a Niza, Maastricht o Roma.

«Es una victoria de Europa», exclamó exultante el primer ministro portugués, José Sócrates’ al anunciar el consenso en torno a un texto que certifica la defunción del ambicioso proyecto de Constitución europea.

Tras la firma del Tratado de Lisboa, los 27 tendrán un año para ratificarlo, un asunto que despierta las peores pesadillas sobre todo cuando se invoca el término «referéndum», tras lo ocurrido en 2005 en Francia y Holanda.

El «no» de un sólo miembro significarí­a el final del texto, razón por la que los juristas se han esmerado en prepararlo de modo que pueda sortear la ciudadaní­a y ser aprobado por los parlamentos.

Aunque sólo Irlanda está obligada por su Constitución a convocar un plebiscito, la opinión pública de paí­ses como Gran Bretaña, Francia, Alemania Italia o España quieren que el texto sea sometido a voto popular, según revela una encuesta del Financial Times.

Un 70% de los encuestados en esos paí­ses se dijo partidario de votar el nuevo tratado, un 20% consideró que no era necesario y el 10% restante no contestó.

Los dirigentes eslovenos, que asumirán el 1 de enero la presidencia de la UE, han previsto no dar margen de maniobra a los potenciales defensores del «no».

«Vamos a vivir con la sombra de la ratificación sobre nuestras cabezas», explicaba recientemente un alto dirigente de ese paí­s.

«Tenemos que tratar de no agitar ciertos temas delicados para algunos paí­ses», como el presupuesto del bloque, en el caso de Gran Bretaña, o la polí­tica agrí­cola en el de Francia.

Para el eurodiputado británico Andrew Duff, es esencial ponerse de acuerdo en un calendario inteligente.

«Francia, Holanda y Gran Bretaña deberí­an ratificar primero y rápidamente» por la ví­a parlamentaria, sugirió.

«Luego los demás, e Irlanda en el último lugar», agregó. De este modo se crearí­a una dinámica positiva que los electores irlandeses no se atreverí­an a contrariar, aventuró.

El texto de 256 páginas incluye muchas de las innovaciones del proyecto de Constitución rechazado por franceses y holandeses en 2005, combinadas con importantes concesiones a paí­ses euroescépticos como Gran Bretaña y Polonia.

Para alcanzar el consenso la presidencia portuguesa tuvo que hacer nuevas concesiones a Polonia e Italia.

«Polonia obtuvo todo lo que querí­a», se vanaglorió el presidente polaco Lech Kaczynski, que salió reforzado de la cita europea a sólo dos dí­as de la celebración de unas difí­ciles elecciones legislativas en su paí­s.

Los otros lí­deres expresaron su satisfacción por haber dejado atrás las farragosas cuestiones legales y poder concentrarse a partir de ahora en temas polí­ticos, como la globalización o el cambio climático.

«Europa sale de esta cumbre más fuerte, más fuerte para hacer frente a los desafí­os globales, más fuerte para asumir su papel en el mundo. Con este acuerdo y este tratado, Europa muestra que el proyecto europeo se mueve y que ahora está preparada para mirar con confianza a su futuro», dijo Sócrates.

El primer ministro británico Gordon Brown estimó que «llegó el momento de que Europa avance», mientras la canciller alemana Angela Merkel pronosticaba que a partir de ahora «Europa va a funcionar mejor».

Principales innovaciones

– UN TRATADO Y NO UNA CONSTITUCION:

Mientras que la Constitución reemplazaba todos los acuerdos firmados por un texto único, el nuevo tratado enmienda dos documentos «fundadores» (el Tratado de Roma de 1957 sobre la Comunidad Europea y el Tratado sobre la UE de Maastricht en 1992), como ya lo habí­an hecho los tratados de Amsterdam (1996) y Niza (2000).

Para dejar en claro esta diferencia, se eliminan los términos que puedan asimilar la UE a un Estado federal, como la palabra «Constitución» o los sí­mbolos (bandera, himno y divisa),aunque estos últimos sigan existiendo.

– NUEVOS DERECHOS PARA LOS CIUDADANOS:

El tratado otorga carácter vinculante a la Carta de Derechos Fundamentales, 54 artí­culos sobre los derechos de los ciudadanos (libertad, igualdad, derechos económicos y sociales).

Pese a que la Carta sólo concierne el derecho europeo, y no el derecho nacional, Gran Bretaña y Polonia obtuvieron una derogación para no aplicarla.

Un millón de ciudadanos europeos pueden «invitar» a la Comisión Europea a «someter» una propuesta legislativa en un área determinada.

-INSTITUCIONES REFORMADAS:

En lugar de una presidencia rotativa semestral, un presidente del Consejo Europeo (que reúne a los jefes de Estado y de gobierno de los Estados miembros) será elegido por sus pares por un mandato de dos años y medio. El sistema de rotación continuará funcionando en cambio para la presidencia de los consejos de ministros (Economí­a, Medio Ambiente, Justicia, etc).

El presidente del Consejo preparará las cumbres y representará al bloque en el escenario internacional, sin avanzar sobre los poderes reforzados del «Alto Representante de la UE para la Polí­tica Exterior y la Seguridad».

Este último, actualmente Javier Solana, se convierte en vicepresidente de la Comisión Europea y coordina toda la acción externa de la UE.

Para tener más eficacia, la Comisión, que hace las propuestas legislativas, contará a partir de 2014 con un número de comisarios igual a dos tercios de los Estados miembros, en lugar del sistema actual de un comisario por paí­s.

El Europarlamento ampliará su poder de co-decisión legislativa con los Estados miembros en cuestiones sensibles como justicia, seguridad e inmigración legal.

El tratado aclara las competencias respectivas de la UE y los Estados miembros. Los parlamentos nacionales podrán pedir a la Comisión de rever una propuesta si juzgan que afecta sus competencias.

-TOMA DE DECISONES FACILITADAS:

El campo de decisiones adoptadas por mayorí­a calificada se amplí­a a unas cuarenta nuevas áreas, principalmente la cooperación judicial y policial.

Británicos e irlandeses obtuvieron la posibilidad de no aplicar las decisiones en esas dos cuestiones cuando así­ lo deseen, aunque no podrán frenar a sus socios.

De todos modos, la unanimidad se sigue imponiendo para la polí­tica exterior, la fiscalidad, la polí­tica social o la revisión de tratados.

– UN NUEVO SISTEMA DE VOTOS:

Una decisión será adoptada por mayorí­a calificada si obtiene el apoyo del 55% de los Estados miembros que representa el 65% de la población de la UE. Pero la aplicación de este sistema fue postergado hasta 2014, con una posible extensión de tres años más, tras un complejo compromiso con Polonia.

– NUEVAS POLITICAS:

El tratado introduce nuevos objetivos como una polí­tica común energética y la lucha contra el cambio climático. Además, reconoce la importancia de los servicios públicos e introduce una «cláusula social» a tomar en cuenta en cada polí­tica de la Unión.

La «libre competencia sin trabas», que habí­a provocado una polémica en Francia durante el referendo de 2005, no es más un objetivo sino un medio necesario para el buen funcionamiento del mercado interno.

En materia de defensa, serán posibles cooperaciones reforzadas entre Estados miembros y se instituye una «cláusula de solidaridad» contra los ataques terroristas.

CLAUSULA DE SALIDA:

El tratado introduce la posibilidad de que un paí­s abandone la Unión en condiciones a negociar con sus socios.

El camino desde el «No»

Desde el rechazo de franceses y holandeses al proyecto de Constitución europea a mediados de 2005 hasta la adopción del Tratado de Lisboa el viernes, la Unión Europea ha recorrido un largo camino marcado por una de las crisis más importantes de su historia.

El «No» a la Constitución habí­a interrumpido de manera abrupta el proceso de integración iniciado en la cumbre de Niza de fines de 2000, que buscó adaptar al bloque para su ampliación a los ex paí­ses comunistas.

Estas son las fechas más importantes desde diciembre de 2000 hasta la aprobación del nuevo tratado en la madrugada del viernes en Lisboa:

– Diciembre de 2000: firma del Tratado de Niza que establece el funcionamiento de las instituciones europeas tras la ampliación a 25 miembros el 1 de mayo de 2004.

– Diciembre de 2001: los lí­deres europeos reunidos en Laeken (Bélgica) encomiendan a una convención presidida por el ex presidente francés Valery Giscard d’Estaing la redacción de la primera Constitución de la UE.

– Enero de 2003: Giscard d’Estaing da a conocer el primer borrador del texto.

– Mayo de 2004: diez nuevos miembros adhieren al bloque, la mayorí­a de ellos ex paí­ses comunistas de Europa Central y del Este: Letonia, Lituania, Estonia, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungrí­a, Eslovenia, Malta y Chipre.

– Junio de 2004: los lí­deres europeos acuerdan dotar a la UE de una Constitución.

– Octubre de 2004: los 25 firman en Roma el Tratado por el cual se crea una Constitución europea, que debe ser ratificada a nivel nacional en un plazo de dos años.

– Mayo y junio de 2005: en un lapso de tres dí­as, los franceses y los holandeses rechazan en referéndum la Constitución Europea sumiendo a la UE en una de las crisis más graves de su historia.

– Junio de 2005: los lí­deres de la UE postergan la fecha lí­mite de ratificación de la Constitución, prevista para noviembre de 2006, dejando el texto paralizado.

– Octubre de 2005: en medio de una gran polémica, se abren las negociaciones de adhesión con Turquí­a.

– Junio de 2006: los jefes de Estado y de gobierno de la UE deciden encomendan a la futura presidencia alemana que asumirá en el primer semestre de 2007 la presentación de una propuesta para salir de la crisis institucional.

– Enero de 2007: Bulgaria y Rumaní­a ingresan al bloque, elevando a 27 su número de miembros.

– Junio de 2007: tras maratónicas negociaciones con Polonia, Los lí­deres europeos se ponen de acuerdo sobre los principios de un nuevo tratado para reemplazar a la Constitución, manteniendo algunas de sus innovaciones aunque otorgando también importantes concesiones a los euroescépticos.

– Octubre de 2007: la Cumbre de Lisboa adopta el nuevo texto, luego de salvar los últimos obstáculos planteados por Italia y Polonia.

– 13 Diciembre de 2007: fecha prevista para la firma del Tratado de Lisboa, tras lo cual se abrirá el proceso de ratificación del texto en cada Estado miembro.