La traducción es un dilema de Hollywood


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El filme animado de Pixar «Cars 2» se estrenó recientemente en 44 idiomas distintos. Y en todos los paí­ses surgió el mismo problema cuando se intentó doblar las divagaciones de uno de los protagonistas: Mater, la grúa cuya voz de patán rústico es la del comediante Larry the Cable Guy.

Por GLENN WHIPP
LOS ANGELES / Agencia AP

«Mater es un campesino del sur, pero eso no significa nada en otros paí­ses porque no conocen esa entonación», dijo Rick Dempsey, vicepresidente de Disney a cargo de voces de personajes. «Por eso tuvimos que descubrir cuál región de Alemania, por ejemplo, tiene una mayor población inculta, pero sin ofender».

La búsqueda de ese delicado equilibrio sin que se pierda mucho en la traducción para que la pelí­cula tenga éxito en el mercado global es un aspecto del negocio que adquiere una importancia creciente a medida que Hollywood depende cada vez más de las audiencias internacionales para aumentar sus ganancias.

Los subtí­tulos existen desde la era del cine mudo. Cuando Hollywood adoptó el sonido, a fines de los años 20, varios paí­ses europeos —en particular Alemania, Francia, España e Italia— decidieron doblar las voces de las estrellas estadounidenses con las de sus propios actores.

En esos paí­ses, las pelí­culas dobladas siguen dominando las pantallas, aunque en las ciudades cosmopolitas como Parí­s, Berlí­n y Madrid las audiencias pueden optar por el filme subtitulado. Los cines japoneses suelen ofrecer las dos versiones. En América Central y del Sur generalmente se opta por el subtitulado, un proceso más económico que el doblaje.

Los dos tipos de traducción plantean dificultades especiales, sobre todo para las comedias para adultos con mucho diálogo de doble sentido. Los traductores que redactan subtí­tulos deben condensar el diálogo, reducir los nombres propios así­ como los adjetivos y adverbios para mantener la esencia de lo que se dice sin abrumar al espectador con un exceso de texto.

«Se obtiene una versión más abstracta de la pelí­cula», dijo Sandra Willard, quien desde hace 30 años escribe informes para ayudar a traductores y actores de doblaje a realizar su tarea.

«Hay que ser obsesivo», dijo Willard. «Y hay que estar al tanto de la cultura popular para traducir fielmente el diálogo».

El manejo de esas sutilezas culturales constituye una parte esencial del trabajo. Elena Barciae redacta subtí­tulos en español para América Central y del Sur, un proceso que compara con la creación de un lenguaje genérico, como si hubiera un solo inglés hablado en Estados Unidos, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Australia.

«Cuanto más slang (jerga) tiene el diálogo, más difí­cil es de traducir, porque el slang tiende a ser muy local», dijo Barciae, que lleva 25 años en la tarea. «Esto afecta a las palabras sencillas. ‘Bicho’ significa insecto en todas partes menos en Puerto Rico, donde designa cierta parte de la anatomí­a masculina. De manera que no se podrí­a traducir literalmente ‘A Bug’s Life’, ¿no le parece?»

En cuanto a pelí­culas que suceden en el pasado, como «Captain America: The First Avenger», de próximo estreno, los traductores de subtí­tulos y doblajes deben hallar los equivalentes lingí¼í­sticos de expresiones estadounidenses de los 40 como «holy cow» y «your goose is cooked», respectivamente una exclamación de sorpresa y «estás fregado».

La versión cinematográfica de la serie «Los pitufos», que se estrena en Estados Unidos la semana entrante, fue menos complicada. El nombre original de las criaturitas azules, «smurfs», es una palabra inventada y ya ha sido traducida a varios idiomas: se llaman schtroumpfs en francés.

Algunas palabras que tienen equivalente exacto están prohibidas por la censura. En América Latina, donde predomina la religión católica, muchos paí­ses rechazan las obscenidades, dice Barciae. Por eso elimina los términos más vulgares o los reemplaza por el casto «maldita sea».

«Uno trata de transmitir el sentido y a la vez que no lo prohiban», dijo Barciae. «Hay que ser muy sutil».

Pero tanta atención al detalle estarí­a quedando relegada. Los estudios tienden cada vez más a encomendar las tareas de doblaje y subtitulado a las grandes empresas como Deluxe y Technicolor, que ofrecen el paquete completo a la producción.

«Esto está creciendo rápidamente, sobre todo ahora que son cada vez más las pelí­culas con estreno simultáneo en todo el mundo», dijo Roy Dvorkin, vicepresidente a cargo de desarrollo empresario de SDI Media, que posee estudios en 18 paí­ses.

Pero la rapidez se logra a costa de la sutileza, piensa Barciae. Si bien esto puede no ser crucial en pelí­culas de acción y efectos especiales como «Transformers: Dark of the Moon» —en las que dos tercios de la recaudación de taquilla proviene de fuera de Estados Unidos, independientemente de la traducción_, se podrí­an perder conceptos en cintas más dependientes del diálogo como «Larry Crowne» o «Bridesmaids».

«En realidad, los buenos traductores son escritores que disfrutan trabajando con el lenguaje», dijo Barciae, quien tiene una maestrí­a en literatura comparada de la Universidad de Brown. «Y además hay que ser amante del cine, porque uno mira muchas pelí­culas, una y otra vez».