Ante la noticia de que Estados Unidos podría destinar unos 143.000 millones de dólares para financiar la guerra en Irak en el 2008, numerosas voces se han levantado en este país para reclamar que ese dinero se destine a la paz y a la reconstrucción.
«Nos gustaría que una parte de ese dinero sirviese para financiar programas civiles que ayuden a los iraquíes», explicó a la AFP el diputado y miembro de la comisión de finanzas del Parlamento, Muna Nur Zalzala.
Haciéndose eco de una opinión compartida por muchos iraquíes, otro diputado de la mayoría chiita, Abbas al-Bayyati, subrayó que la estabilidad de un país asolado por cerca de tres décadas de violencia, sanciones e incompetencia, depende de su recuperación económica.
«Cuanto más nos preocupemos por los problemas sociales y económicos de los iraquíes, más reforzaremos la seguridad», aseguró a la AFP. «Necesitamos ese dinero para lograr la reconciliación política y nos gustaría que una parte de esa enorme suma se destinase a la reconstrucción, a la salud y a la educación».
El Pentágono ha solicitado al Congreso estadounidense 190.000 millones de dólares en el 2008 para continuar lo que la Administración Bush llama «guerra contra el terrorismo» y las tres cuartas partes de esa cifra se destinarían a operaciones militares en Irak.
En caso de aprobarse, el presupuesto del 2008 sería el mayor de los destinados desde el inicio del conflicto, en marzo del 2003, y al que hasta el momento se han destinado ya 455.000 millones de dólares.
Los gastos mensuales del ejército estadounidense en Irak ascienden a 10.000 millones de dólares, es decir, un cuarto del presupuesto anual del gobierno iraquí, encargado de reconstruir un país de 25 millones de habitantes.
El presupuesto del gobierno iraquí en el 2007 es de unos 40.000 millones de dólares, de los que el 85% proceden del petróleo, única fuente de ingresos en divisas del Estado iraquí.
Pero este dinero ha tenido un impacto reducido en el bienestar de la población, que se queja de la falta de servicios básicos como el agua, la electricidad o los transportes. Sectores como la sanidad o la educación están prácticamente abandonados.
La corrupción, además, se ha instalado en las estructuras del poder hasta el punto que Estados Unidos ha reconocido que ni uno sólo de los ministerios del gobierno de Nuri al-Maliki, al que Washington apoya, respeta la más mínima norma de honradez.
Para el profesor Jalid Hassan Jumaa, del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Al-Moustansiriah en Bagdad, el presupuesto del Pentágono «da una idea de la importancia que Estados Unidos da la acción militar y de la poca confianza que tienen en la diplomacia».
Estados Unidos «no tiene intención de reparar la red eléctrica o la distribución de agua. Ni siquiera el sistema educativo. Sus operaciones militares se mantienen desde hace cinco años y no tienen intención de detenerse ahora», concluyó.