Los 19 misioneros surcoreanos recientemente liberados por los talibanes disfrutaban hoy de su primer día de libertad en Afganistán, donde la víspera vivieron un emocionado reencuentro tras seis semanas de cautividad.
Los siete liberados ayer se reunieron con los 12 del día anterior. Todos ellos habían permanecido secuestrados en varios grupos dispersos. Por eso sólo tras su reencuentro se enteraron de que dos compañeros fueron ejecutados por los talibanes a finales de julio.
«Se abrazaron, lloraron. Recibieron con gran conmoción la noticia de la muerte de los dos hombres. No lo sabían», dijo a la AFP un diplomático surcoreano bajo anonimato.
Un pastor evangelista de 42 años y uno de los misioneros, de 29, fueron ejecutados a balazos en los primeros días del secuestro, que se produjo el 19 de julio.
Con esas ejecuciones, los talibanes intentaron forzar al gobierno afgano para que aceptase un canje de prisioneros, pero Kabul se negó rotundamente.
Una vez fracasada la negociación con el gobierno afgano, los talibanes establecieron un diálogo directo con una delegación de Seúl en Ghazni (sur) que, el 13 de agosto, dio lugar a la liberación de dos mujeres rehenes como «gesto de buena voluntad» por parte de los islamistas.
Las ex rehenes regresaron poco después a Corea del Sur.
Los 19 recién liberados están «en un lugar muy seguro», se limitó a señalar su embajada, que consideró posible que este mismo viernes vuelen hacia Seúl.
Los vigilantes del único hotel de cinco estrellas de Kabul dijeron que un grupo liberado el miércoles se alojaba allí entre fuertes medidas de seguridad.
Corea del Sur prometió la retirada de sus 200 efectivos desplegados con las fuerzas internacionales en Afganistán antes de finales de año, así como la prohibición de todo tipo de misión religiosa a suelo afgano.
Ambas promesas no eran nuevas, por lo que muchas voces se interrogaban el viernes sobre un posible acuerdo secreto con los talibanes.
La prensa japonesa afirma que Corea del Sur pagó dos millones de dólares (1,5 millones de euros) a los rebeldes. Los mediadores afganos dijeron en su momento que el pago de un rescate era la única solución.
Los talibanes y las autoridades afganas han negado, por su parte, que se haya efectuado tal transacción.
Indonesia también dijo ignorar ese extremo, pero destacó la labor de mediación de un diplomático suyo requerido a última hora por ambas partes en Ghazni, donde se llevaron a cabo las negociaciones.
Mientras tanto, Seúl vivía con alivio el final del drama.
«Gracias a Dios ya están todos libres. Mi madre está sollozando, no puede ni hablar», dijo Je Mi-Sook, hermana de uno de los secuestrados, Je Chang-Hee.
Sin embargo, el alivio se mezcla también con las críticas.
En el gobierno afgano, la reacción es más bien de recelo. «Si la impresión que se creó es que el gobierno afgano y la comunidad internacional pueden ser chantajeados, la señal que se envía es muy peligrosa», dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Rangeen Dadfar Spanta.
Su homólogo canadiense, Maxime Bernier, estimó que las negociaciones «sólo conducen a más actos de terrorismo».
La canciller alemana, Angela Merkel, dijo que la suerte de los surcoreanos «no alterará los esfuerzos» de Berlín para liberar a uno de sus súbditos, un ingeniero de 62 años capturado por los talibanes el 18 de julio, en el sur de Afganistán.
Je Mi-Sook, hermana de uno de los secuestrados, Je Chang-Hee.