Quienes somos cultores de alguna de las subramas de las bellas artes, de las expresiones emotivas y creadoras, lamentamos con mayor intensidad la cruenta desaparición del gran cantautor argentino Facundo Cabral, de quien a Guatemala, en cumplimiento ineludible del destino le correspondió recibir su último aliento, aunque quizás su postrer pensamiento se hubiese trasladado a su Argentina natal, creando así un hermanamiento indisoluble, pues si su primer vagido al arribar a la vida lo dio en su tierra, el último suspiro lo expuso en los brazos de esta dolida Guatemala, rubricando con el rojo de su sangre una hermandad entre las dos naciones, lejanas geográficamente, pero cercanas por los actuales medios tecnológicos.
Facundo Cabral, y digo que es cosa del destino, pues desde el mismo instante de la microscópica y maravillosa concepción en el vientre materno, simultáneamente, intangible, se acopla la ruta del destino que nos acompañara durante el transcurso de nuestra vida. Se ha relatado los pasajes azarosos de su existencia de los cuales colijo que no tuvo niñez, sin embargo, por su carácter fuerte y tenaz llegó a ser lo que fue, un ciudadano del mundo al que le brindó alegría con su arte y en el que siempre clamó por la paz.
Y reiterando del destino, se dio a conocer que en una oportunidad tenía que viajar en compañía de su esposa e hija, sin embargo por algún contratiempo de última hora perdió el vuelo, ese avión se accidentó y él salvó la vida. Ese no era su destino. En el caso que nos ocupa, también se ha explicado que él había dispuesto ir al Aeropuerto La Aurora, aquí en Guatemala, utilizando el bus del hotel, pero Fariñas, su contratante, quizás pensando en mejor comodidad dispuso llevarlo en su automóvil en donde él viajó como copiloto, ¿por qué se dio ese caso?, porque su destino así lo había programado desde su concepción. Las circunstancias concurrentes están a cargo de las autoridades correspondientes.
El cariño, el afecto que Guatemala le tomó a Facundo ha tenido múltiples formas de expresión por lo que el país no debe ser culpado de lo ocurrido, tanto le duele a Argentina, como a nosotros. Se sabe que sus restos serán incinerados, se me ocurre, no se, si fuera posible que una porción de sus cenizas pudieran ser enviadas a Guatemala para colocarlas en un lugar preferente para contar indefinidamente con su presencia, y en donde las futuras generaciones supieran de él, y en donde hubiera un historial escrito de su vida. Facundo ha entrado a formar, como tantos otros seres famosos, en la pléyade de los inmortales, pues en cualquier época futura se hablará de él y se aplicará la frase que dirá: «Facundo Vive».
Cabral vino hacia nosotros, los guatemaltecos, misionero y apóstol de la paz, para indicarnos, en esta etapa de amargura que estamos afrontando, la vereda por donde encaminar los pasos hacia la brillantez de una aurora de paz, por lo que debemos esforzarnos para que se haga realidad, y volvamos a tener una Guatemala tranquila en la que nuestra juventud pueda materializar sus sueños de superación. Guatemala, nuestra bella Guatemala se lo merece.
Nuestras sentidas condolencias a su viuda, sus familiares y a todos los argentinos, que como dejo dicho: este dolor nos ha hermanado.