Buscan estrategias para vencer a talibanes


Visita. Representantes religiosos paquistaní­es, al arribar al aeropuerto de Islamab.

El presidente afgano Hamid Karzai llamó el jueves a Pakistán y Afganistán a unir sus fuerzas para vencer la «opresión» de los talibanes y de Al-Qaida, al iniciarse una inédita «Jirga de paz» que reúne a centenares de jefes religiosos y tribales de ambos paí­ses.


La «Jirga», asamblea de tres dí­as que congrega a unos 700 dirigentes, se abrió el jueves en esta capital para tratar de hacer frente a la rebelión de los talibanes, apoyados por sus aliados de Al Qaida.

Fue inaugurada por el presidente afgano, quien dijo que ambos paí­ses pueden derrotar a Al Qaida y a los talibanes si trabajan en común.

Uno de los patrocinadores de la asamblea, el presidente paquistaní­ Pervez Musharraf, no pudo asistir y fue reemplazado por su primer ministro, Shaukat Aziz, quien llegó a la reunión acompañado por Karzai.

Este jueves, el ausente presidente de Pakistán rechazó en Islamabad la idea de instaurar el estado de emergencia en su paí­s para enfrentar las «amenazas interiores y exteriores».

Ante la asamblea, que tiene lugar bajo estrictas medidas de seguridad, Karzai dijo que «sugerí­ una reunión entre dirigentes religiosos, jefes, ex responsables y personalidades influyentes de Pakistán y Afganistán» para examinar la situación.

«Si el problema emana del lado afgano, deberemos encontrar los medios para resolverlo. Si viene de la parte paquistaní­, deberemos hallar soluciones. Si el problema está en ambas naciones tendremos que encontrar soluciones», agregó.

Karzai puntualizó que, «desde el punto de vista afgano, lo que pasa en Afganistán no es obra de afganos. Es obra de enemigos de los afganos», subrayó.

El mandatario afgano consideró asimismo «infamante» para Afganistán el secuestro de 16 mujeres entre los 21 rehenes surcoreanos prisioneros de los talibanes.

«Nadie secuestró jamás a mujeres en la historia de este paí­s», declaró el jefe del Estado, considerando que el gesto de los talibanes era «infamante para la Historia» de Afganistán, al referirse a los 23 surcoreanos, entre los cuales hay 16 mujeres, secuestrados el 19 de julio en la provincia de Ghazni.

«Mujeres de otros paí­ses son secuestradas en Afganistán», protestó ante los dirigentes.

Los talibanes, que exigen la liberación de miembros de su organización a cambio de la libertad de los surcoreanos, ya ejecutaron a dos hombres del grupo de rehenes.

Es la primera vez que responsables de tribus de ambos paí­ses abordan en este marco la lucha contra los talibanes, según los expertos.

Pero unos 70 representantes tribales y religiosos paquistaní­es de las zonas fronterizas de de Waziristán del Norte y del Sur, así­ como diputados de un partido radical pro-talibán boicotearon la reunión, aduciendo que algunos de ellos consideran que no tiene ninguna posibilidad de éxito sin la presencia de los talibanes.

Los ataques de los combatientes protalibanes en Pakistán, especialmente en las zonas tribales fronterizas con Afganistán, se han multiplicado desde el sangriento asalto hace un mes a la Mezquita Roja de Islamabad, donde estaban atrincherados militantes islamistas fuertemente armados.

Las relaciones afgano-paquistaní­es, tensas históricamente, se deterioraron por la cuestión de los talibanes.

Kabul acusa a Islamabad de no impedir las actividades de los extremistas en Pakistán, lo que este desmiente categóricamente.

Sin embargo, el ejecutivo paquistaní­, uno de los tres únicos en el mundo que reconocieron el gobierno talibán de Afganistán entre 1996 y 2001, considera que se trata un asunto interno de los afganos.

Los talibanes fueron desalojados del poder por una coalición militar dirigida por Estados Unidos en el 2001, unas semanas después de los atentados del 11 de septiembre de Al Qaida, aliada de los rebeldes.

Karzai y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se habí­an reunido el pasado lunes en Washington y coincidieron en que Pakistán debe ayudar a desactivar la violencia en Afganistán, aunque discreparon seriamente sobre la influencia de Irán en la región.

Los talibanes fueron desalojados del poder por una coalición militar dirigida por Estados Unidos en el 2001, unas semanas después de los atentados del 11 de septiembre de Al Qaida, aliada de los rebeldes.