Demasiado riesgo



La forma en que las autoridades permiten la instalación de puestos de venta de artefactos pirotécnicos constituye un grave peligro que se cierne sobre la población durante estas fiestas navideñas y de fin de año, puesto que como se demostró ayer en la ciudad colonial de Antigua Guatemala, no existen mecanismos de previsión y dada la cantidad de pólvora que se acumula en un solo lugar, hay que considerar como un verdadero milagro el que no haya ví­ctimas mortales en ese lamentable siniestro.

Es imposible revertir esa costumbre que tenemos los guatemaltecos de celebrar ruidosamente nuestras fiestas y utilizar todo tipo de explosivos para manifestar nuestras emociones, pero siendo el caso que estamos frente a una costumbre de tanto arraigo y que no se puede cambiar, corresponde a las autoridades regular de forma más efectiva la distribución y el comercio de los artefactos pirotécnicos que constituyen un enorme comercio en estos dí­as. No puede ser que simplemente se extiendan licencias para que los vendedores se coloquen donde les parezca sin que exista una supervisión para determinar si cumplen con elementales requisitos de seguridad.

Basta un chispazo para que arda una coheterí­a y son muchos los casos en que ello ha ocurrido con saldo de pérdida de vidas humanas, sobre todo de niños cuyas familias se dedican a la venta de explosivos. Por supuesto que hace falta tener medios para apagar fuegos en esos lugares, pero también debemos recordar que una vez explota allí­ un artefacto, la reacción en cadena no se hace esperar. Algunas veces se puede ver a personas irresponsables fumando en lugares cercanos a las ventas de cohetes y con los vientos de la época es muy probable que alguna chispa pueda llegar a una de las mechas recubiertas de pólvora.

Si existen lugares autorizados expresamente para la venta y expendio de cohetes y otros productos de esa especie, las autoridades comparten la responsabilidad civil que se pudiera derivar de algún incidente. En Guatemala no nos hemos acostumbrado a reclamar de las autoridades el resarcimiento cuando por culpa de ellas se produce algún daño o perjuicio a los particulares, pero es tiempo de que podamos empezar a hacerlo y que quienes irresponsablemente autorizan situaciones peligrosas y de alto riesgo, paguen en caso de que se produzca algún siniestro.

Todos los dí­as miles de personas transitan por necesidad en arterias en cuyas aceras las autoridades han permitido la instalación de ventas de cohetes y artificios de pólvora y sin saberlo están corriendo graves riesgos porque no existen mecanismos de prevención que permitan considerar seguros tales expendios. Los culpables de cualquier explosión y de sus consecuencias tendrán que ser quienes otorgaron la licencia, mediante el cobro respectivo, para que se pudieran colocar los expendios.