Separaciones matrimoniales o hijos naturales, la democracia cristiana alemana de la canciller Angela Merkel ha tenido que asumir públicamente este año sin tabúes diversos problemas conyugales entre sus dirigentes, muy lejos de las normas y valores que propagan.
La semana pasada, el jefe del gobierno regional de Baden-Wí¼rttemberg (suroeste), el democristiano (CDU) Gí¼nther Oettinger, puso fin a meses de rumores anunciando públicamente su fracaso conyugal.
Fue una primicia en la historia de esta región católica, en la que ningún ministro presidente en actividad había experimentado hasta ahora una ruptura matrimonial y que registra la tasa más baja en el país de formas alternativas al modelo de familia tradicional.
En cuanto a su homólogo de Baja Sajonia (norte), el ambicioso Christian Wulff, que dejó a su mujer después de 18 anos de matrimonio, anunció este mes que el próximo verano (boreal) tendrá un hijo con su nueva compañera, con la que contraerá nupcias en primavera.
Los alemanes no parecen ser tan rigurosos, su cota de popularidad no parece haber mermado con vistas a las elecciones regionales de enero próximo, según los sondeos.
Reaccionando a estas revelaciones, el jefe del grupo parlamentario de la CDU, Volker Kauder, reconoció el domingo que «numerosas familias lamentablemente experimentaban separaciones, incluidas aquellas de tradiciones cristianas». Kauder exhortó asimismo a los altos responsables de su partido a ser «conscientes de la responsabilidad pública de su vida privada».
Se imponía un pequeño llamado al orden, mientras dos tercios de los alemanes estiman que una «vida privada ordenada» es importante para la credibilidad de los políticos, según un sondeo del instituto Emnid publicado el domingo pasado.
La palabra «divorcio», no apareció en el nuevo programa político adoptado por el congreso de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) alemana realizado a comienzos de diciembre en Hanover (norte).
En el texto, la CDU privilegia el matrimonio, pero admite otras formas de convivencia distintas a la de la familia tradicional.
La CDU, que aboga por alivios fiscales para las parejas con hijos, estén casados o no, se ha adaptado a la vida moderna en un país en el que uno de cada dos matrimonios termina en divorcio y en el que los solteros representan cerca de 60% de la población en algunas grandes ciudades.
El número de parejas no casadas con hijos o de familias monoparentales aumentó 30% entre 1996 y 2006, según estadísticas nacionales.
Incluso en la muy católica región de Baviera (sur), una edil de la Unión Social Cristiana bávara (CSU), Gabriele Pauli, osó sugerir en septiembre pasado la institucionalización del matrimonio por un término de siete anos, prorrogable, lo que desencadenó una ola de protestas en el seno de su partido.
Este verano, el ministro de Agricultura, Horst Seehofer (CSU) acaparó los titulares de primera plana no sólo en los diarios sensacionalistas. Tras tener un hijo natural con su joven amante en junio, el ministro decidió finalmente permanecer con su esposa y sus tres hijos legítimos.
Todos estos casos son «simplemente reflejo de la evolución de la sociedad», explica Wichard Woyke, del Instituto de Ciencias Políticas de Mí¼nster (oeste).
Como los conservadores «se apartan de las normas que propagan, esto es aprovechado por los medios de comunicación para montar el escándalo», subraya el politólogo Lothar Probst.
Hasta la década de 1980 regía una especie de «acuerdo general» entre la prensa y los políticos para no divulgar detalles de la vida privada de éstos.
«Desde la década de 1990, los responsables políticos han comenzado a instrumentalizar su vida privada con fines políticos, para atraer la atención de la ciudadanía que ya no se interesa por los contenidos políticos», explica Probst.