El genio gráfico y la sensualidad desbordante de Picasso llegan a La Haya


Dos trabajadores del Gemeentemuseum colocan las obras de Pablo Picasso.

La creatividad gráfica y la sensualidad del artista español Pablo Picasso (1881-1973) son objeto de una exposición en el Gemeentemuseum de La Haya, que mostrará hasta marzo grabados, cerámicas, dibujos, esculturas y cuadros del museo Ludwig de Colonia, en Alemania.


A cambio, el museo alemán expone durante el mismo periodo las obras de Piet Mondriaan del Gemeentemuseum, la mayor colección del mundo.

«Picasso en La Haya», la más importante exposición del artista malagueño organizada en Holanda, presenta varios cuadros célebres del pintor como el lienzo cubista «Mujer con mandolina» (1910) o su «Arlequí­n con las manos juntas» (1923), de su periodo de clasicismo.

Tampoco faltan referencias a los periodos de la Guerra Civil española o la Segunda Guerra Mundial como la angustiosa «Mujer con alcachofa» (1942).

La muestra cubre su carrera completa y subraya el ansia incansable de experimentar de Picasso. Además de las pinturas al óleo, se pueden contemplar bocetos, estatuas, dibujos, grabados, cerámica o las fotografí­as que Roberto Otero tomó del artista, en las que se adivina la turbulenta vida í­ntima del malagueño.

La obra más temprana de Picasso en esta exposición es un boceto que hizo de su padre en 1899, cuando tení­a 18 años. Otros dibujos y cuadros tempranos muestran sus primeros años en Parí­s, cuando estaba buscando un estilo propio y tomaba como ejemplo a los pintores franceses, como Toulouse-Lautrec o Gauguin.

«Pensamos siempre en el cubismo pero esto sólo representa un 10% de la obra de Picasso», recordó el encargado de la exposición, Franz Kaiser.

Esta corriente, que abrió la puerta de la abstracción y revolucionó la pintura del siglo XX, nació del «contacto artí­stico» con Georges Braque y de la «necesidad de experimentación permanente» de Picasso, según Kaiser.

Cuando Braque es enviado al frente durante la Primera Guerra Mundial, Picasso se desví­a poco a poco y desde 1917 la ruptura con el cubismo se consumó.

«El artista se negaba a hablar de avances o retrocesos. Para él, el hecho de volver a la figuración no se resumí­a en estos términos. ’Pinto lo que puedo’, solí­a decir», explicó este responsable.

Entre los temas expuestos en La Haya se encuentran las mujeres, arrasadoras y sensuales al extremo, y la obsesión por sus cuerpos curvilí­neos y sus perfiles clásicos con nariz recta y profundos ojos almendrados.

Junto a los personajes femeninos, la tauromaquia, el circo, la figura del minotauro y del arlequí­n, la influencia del arte africano e ibérico permitieron a Picasso crear un «clasicismo» propio, según Kaiser.

En La Haya se pueden contemplar también dos series de grabados. La más famosa es sin duda «Suite Vollard» (1930-1937), que consta de 100 grabados, sobre todo desnudos, en la que Picasso estudia la relación entre el artista, el modelo y la obra final.

La segunda, de 156 grabados, muestra la sensualidad que Picasso conservaba al final de su vida, ya que el artista la terminó a los 90 años de edad, inspirándose en un trabajo de Edgar Degas en un burdel de Parí­s.

La obra más temprana de Picasso en esta exposición es un boceto que hizo de su padre en 1899, cuando tení­a 18 años. Otros dibujos y cuadros tempranos muestran sus primeros años en Parí­s, cuando estaba buscando un estilo propio y tomaba como ejemplo a los pintores franceses, como Toulouse-Lautrec o Gauguin.