Asesinato de General es una advertencia para jefe del ejército


Un anuncio en las calles de Beirut, ridiculiza que las elecciones presidenciales se han atrasado tanto, que Santa Claus puede ser candidato. El atraso de los comicios se debe a la intensa violencia polí­tica en Lí­bano.

El asesinato ayer de un general libanés es considerado en Beirut un mensaje para el jefe de las Fuerzas Armadas, Michel Sleimane, favorito para convertirse en presidente del paí­s, y coloca a la institución militar, hasta ahora neutral, en el centro de la crisis polí­tica.


«Después del apoyo de la mayorí­a (parlamentaria antisiria) a la candidatura de Michel Sleimane, el ejército ha sido arrastrado contra su voluntad al juego polí­tico», explicó Amal Saad-Ghorayeb, analista del Centro Carnegie para Oriente Medio.

El asesinato del general de brigada Franí§ois el-Hajj, muerto en un atentado con cocha bomba cerca de Beirut, está destinado a «aterrorizar al ejército y al candidato consensuado», titulaba hoy el diario de gran tirada An Nahar, , de acuerdo con la oposición apoyada por Damasco, en referencia al general Sleimane.

Para el diario independiente Al-Anwar, los autores del atentado, que no ha sido reivindicado, quieren «hacer comprender al ejército que a partir de ahora forma parte del conflicto» polí­tico. El otro «mensaje es para decir al jefe del ejército que deje de pensar en la presidencia».

Lí­bano está sumergido en una crisis sin precedentes desde el final de la guerra civil (1975-1990), la oposición no reconoce al gobierno de la mayorí­a, ya que lo considera «ilegí­timo».

Esta crisis estalló con la dimisión en noviembre de 2006 de seis ministros de la oposición que reclamaban más poderes. Desde entonces, las principales instituciones polí­ticas del paí­s se han paralizado, entre ellas el parlamento.

Debido a la persistencia de profundas divergencias entre oposición y mayorí­a, el paí­s no tiene presidente, que es elegido por el parlamento, desde la expiración del mandato del prosirio Emile Lahud el 24 de noviembre.

El ejército permanece neutral en este conflicto, y es visto como la única institución sólida y unida de este paí­s. El jefe del ejército es una personalidad que se encuentra equidistante entre los dos campos.

Para el analista Ziad Baroud, este crimen es también un duro golpe para el ejército, que «paga muy caro su papel de garante de la seguridad».

«Los asesinos han querido decir a los libaneses: ’Sois vulnerables, y la institución sobre la que descansáis es incapaz de protegerse a sí­ misma’».

También estima que el ejército «no va a tomar posiciones» en la prueba de fuerza entre mayorí­a y oposición, interpretado como un prolongamiento del pulso entre Occidente y Siria e Irán.

Siria, ex potencia tutora, y cuyas tropas estuvieron desplegadas durante tres décadas en Lí­bano antes de su retirada en 2005, acusó a Israel y a «sus agentes en Lí­bano del crimen. Los atentados precedentes contra personalidades libanesas antisirias fueron imputados por la mayorí­a a Damasco, que lo desmiente.

Tras ocho intentos, la sesión parlamentaria para elegir al presidente fue fijada para el 17 de diciembre, pero debido a la profunda crisis de confianza, podrí­a ser nuevamente retrasada.