Consuelo de tontos



Podrí­a ser un tonto consuelo leer el informe del PNUD sobre los indicadores de violencia con la mentalidad de que pese a tanta agresión contra Guatemala desde El Salvador por la muerte de los diputados del Parlamento Centroamericano, ese paí­s está peor que el nuestro en materia de violencia. Cierto es que podrí­amos dedicar espacios enteros a tratar de cobrar la factura de los insultos lanzados contra nuestra patria en aquella ocasión, con campañas en las que se nos denigraba como «Guatepeor», diciendo ahora con pruebas irrefutables que las cifras demuestran cómo ellos sí­ que están peor que nosotros.

Pero como no se trata de encontrar pobres consuelos en la desgracia ajena, tenemos que decir que el informe que nos coloca por detrás de El Salvador y Honduras, pero a poca distancia, en materia de inseguridad y violencia debe ser una herramienta que use el próximo gobierno para tener términos de referencia que sirvan para medir su eficacia en la lucha por ofrecerle seguridad a los guatemaltecos. No es un secreto que el mandato más claro que se derivó de las últimas elecciones es que la población quiere polí­ticas coherentes en materia de seguridad puesto que todos los candidatos que abordaron el tema con algún nivel de seriedad recibieron votaciones importantes.

Y en segunda vuelta es evidente que tanto los ganadores como los perdedores, usaron el discurso de la seguridad para atraer el voto de la población. La diferencia estuvo en la forma en que cada uno ofreció enfrentar el problema de la violencia, puesto que mientras los derrotados apostaron por la mano dura, los ganadores lo hicieron por el uso de la inteligencia como mecanismo para contrarrestar la fuerza de las distintas manifestaciones del crimen. Pero todos los guatemaltecos que votaron lo hicieron con el tema de la seguridad en su mente y por lo tanto no puede ignorarse que se trata del desafí­o más grande para el nuevo gobierno porque, como apunta el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, estamos viviendo en condiciones de absoluta inseguridad y existe mucho temor entre una población que ya desistió hasta de reportar los agravios que sufre porque sabe que las autoridades no harán nada para aplicar la ley e impartir justicia.

Y para quienes creen en la superioridad ladina, bueno es saber que los indicadores de violencia son mucho más altos en poblaciones dominadas por ese grupo étnico y que en poblados indí­genas disminuye de manera radical la violencia. No es poca cosa afirmarlo porque algunos sostienen lo contrario con base en puros prejuicios y presunciones. Las cifras oficiales no mienten y muestran que hay más paz y seguridad entre los pueblos indí­genas.