Una exposición que detalla la vida de San Basilio y otros religiosos conocidos como los «locos por Cristo» fue inaugurada como parte de las ceremonias por el 450 aniversario de la catedral más famosa de Rusia.
MOSCU / Agencia AP
Tras años de restauración, que costaron 390 millones de rublos (14 millones de dólares), incluyendo el refuerzo a las paredes y retoques a las cúpulas bulbosas que coronan esta fantasía arquitectónica, la emblemática iglesia se ve en todo su esplendor, en un fuerte contraste con el ascetismo que practicaron los locos por Cristo.
Aunque se llamaba originalmente la Catedral de la Intercesión de la Virgen en el Montículo, la mayoría la conocen como San Basilio, por Basilio el Bendito, un santo moscovita que fue enterrado en el lugar antes de que se erigiera el edificio.
Los locos por Cristo enfrentaban los inviernos rusos caminando casi desnudos, o se flagelaban usando grilletes pesados o harapos infestados de ladillas. Realizaban ayunos y nunca dormían bajo un techo, solían hacer profecías y realizaban curaciones, incluso algunos caminaron sobre el agua, según sus hagiografías.
También se atrevieron a decir la verdad a los poderosos y eran prácticamente el único grupo que podía criticar abiertamente a los zares, expresando la frustración del pueblo.
«Manifestaban la voluntad del pueblo», dijo Tatiana Saracheva, directora del museo de San Basilio, «Sólo los locos por Cristo le podían decir a la realeza los problemas que afectaban al pueblo ruso».
San Basilio tenía el sobrenombre de «el caminante desnudo» y era venerado por los moscovitas por realizar curaciones y profecías.
Su desnudez no escandalizaba a los rusos, que solían desnudarse en familia en los baños de vapor, dijo el director artístico de la muestra inaugurada el martes, Andrey Reyner.
Lo que sí sorprendía era que San Basilio criticaba sin miedo las políticas déspotas de Iván el Terrible, cuyas matanzas cobraron miles de vidas. El religioso zar respetaba al santo al que consideraba «el vidente del corazón y la mente del pueblo», según las actas de la iglesia.
Cuando San Basilio se enfermó, el zar y su esposa Anastasia lo visitaron y tras la muerte del asceta, Iván personalmente llevó su ataúd a la tumba fuera del Kremlin.
Tras ganar varias victorias importantes ante los mongoles, Iván ordenó que se construyera la gran catedral en el lugar donde fue enterrado Basilio.
El edificio, concluido en 1561, tiene cúpulas bulbosas multicolores y mezcla las tradiciones rusas, con sus estructuras de madera, con influencias bizantinas e islámicas.
La catedral ha sobrevivido varios intentos de destrucción. Napoleón Bonaparte ordenó que la hicieran explotar durante su retirada de Moscú en 1812, pero una fuerte lluvia evitó que detonaran los explosivos.
Un siglo después el edificio sufrió bombardeos graves durante la revolución bolchevique de 1917. Fue restaurada durante la guerra civil y hambruna que siguieron a la revolución.
Los primeros líderes comunistas, que persiguieron a clérigos de todas las creencias y destruyeron miles de edificios religiosos, querían que el edificio fuera dinamitado, pues impedía el paso de los desfiles militares.
Pero Josef Stalin lo impidió y le dijo a sus camaradas: «No toquen la catedral, déjenla en paz», dijo Alexei Levykin, director del Museo Estatal de Historia, que incluye a San Basilio.
Lo único que salvó a la catedral fue que se convirtiera en un museo, agregó.
«Al igual que Rusia, ha estado al borde del colapso, salió de él, floreció y prosperó para estar a punto de caer otra vez», dijo Levykin.