Cuando por los medios de comunicación los guatemaltecos nos enteramos de la indemnización aprobada recientemente en el Legislativo para los diputados que dejarán de pertenecer al Congreso de la República, las muestras de indignación y repudio ante esta medida no tardaron en manifestarse. Terminaba de leer, coincidentemente, la Historia Universal de la Infamia, de Jorge Luis Borges, y pensaba que dicha indemnización bien pudiera haber sido incluida dentro de las historias que son parte del famoso libro. Publicado en 1935, está compuesto por siete cuentos y unos textos agregados al final. Una idea de la magnitud de las infamias que allí se relatan nos la proporciona el inicio de la primera historia El Atroz Redentor Lazarus Morell que citó textualmente: «en 1517 Fray Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las mina de oro antillanas, y propuso al emperador Carlos V la importación de negros, que se extenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas».
Ahora, cuando nos enteramos que además de la infame indemnización los diputados también se han beneficiado con otras prebendas como un 10% de incremento salarial anual, un bono vacacional, un bono navideño y hasta una compensación monetaria por canasta navideña, la indignación ha llegado al límite. Y no hay quién no se pregunte cuántos de los guatemaltecos, que verdaderamente se esfuerzan y cumplen con su trabajo, podrían ser beneficiados como los que, sin merecer en absoluto y sin la menor justificación, los diputados se han despachado. Y aunque se menciona la factibilidad de un recurso de inconstitucionalidad que revierta al menos la indemnización aprobada, y ya hay quienes se aprestan a presentarlo, todavía hace falta ver si los magistrados a cuya consideración estará sujeto dicho recurso procederán de forma que su actuación no engrose los hechos compilados en la, frecuentemente triste, historia nacional.
No hay duda que el vergonzoso acto que cierra las actuaciones de esta legislatura puede ser calificado de infame, y si no forma parte de la Historia Universal de la Infamia, de Borges, creo que todos los guatemaltecos estamos seguros que los actuales parlamentarios han escrito una página más de lo que bien pudiera llamarse Historia Guatemalteca de la Infamia.