El mandato del presidente paquistaní Pervez Musharraf llegó oficialmente a su fin el jueves, mientras la oposición y la comunidad internacional rechazaban categóricamente la organización de legislativas en enero si antes no se levanta el estado de excepción.
En virtud de la ley de excepción, el Gobierno ya anunció que el mandato del general Musharraf -que llegó al poder hace ocho años mediante un golpe de Estado- se prolongará hasta que la Corte Suprema, de la que expulsó a los jueces que le eran hostiles, se pronuncie sobre la validez de su triunfal reelección el 6 de octubre.
Pero los líderes de la oposición y Estados Unidos -del que Musharraf es un aliado clave en la «guerra contra el terrorismo- exigen al unísono el levantamiento del estado de excepción, decretado hace 12 días, antes de la celebración de las elecciones, previstas para antes del 9 de enero.
«La Constitución prevé que el presidente saliente permanezca en el puesto hasta que asuma el siguiente», recordó a la AFP el viceministro de Información, Tariq Azeem.
La oposición y los gobierno occidentales consideran que fue la hostilidad de ciertos jueces de la Corte Suprema la que llevó a Musharraf a imponer el estado de excepción el 3 de noviembre. El, por su parte, pretende que se trata de «salvar al país del caos» provocado por la amenaza islamista.
La Corte Suprema debía pronunciarse sobre la elegibilidad de Musharraf y suspendió hasta entonces la validación de la elección presidencial del 6 de octubre.
La oposición había recurrido a la justicia asegurando que la Constitución obligaba al general a dimitir de sus funciones de jefe de las fuerzas armada antes de la elección, cuando él prometía hacerlo una vez elegido.
La Corte, modelada ahora con una configuración más favorable, debe reanudar sus audiencias la próxima semana y su veredicto parece seguro. Musharraf debería ser oficialmente proclamado nuevo presidente.
El Parlamento, por su parte, debe ser disuelto el jueves a medianoche y se nombrará el viernes un gobierno de transición para hacerse cargo de los asuntos corrientes y organizar las elecciones.
Pero la oposición, pese a estar amordazada por el estado de excepción, saca las uñas y tiende a unirse, cuando hasta ahora había estado fuertemente dividida.
Así, se vislumbra una alianza entre los dos ex primeros ministros rivales de los años 90, Benazir Bhutto y Nawaz Sharif, algo que parecía inconcebible hace algunos días.
Los dos líderes de la oposición hablaron por teléfono el miércoles y están dispuestos a dejar de lado sus diferencias para llevar a cabo un «combate común» para obligar a Musharraf a dimitir, indicó a la AFP Raja Zafar-ul Haq, presidente de la Liga Musulmana de Pakistán (PML) de Nawaz Sharif.
Incapaces de hacer campaña debido al estado de excepción, que prohíbe toda concentración, su única opción parece ser la amenaza de boicotear las elecciones, cuya legitimidad parece enturbiada por el mantenimiento del estado de excepción, que priva a los paquistaníes de sus libertades fundamentales.
Sharif, en el exilio desde 2001, después de haber sido derrocado por Musharraf, se encuentra actualmente en Arabia Saudita.
Bhutto está en arresto domiciliario desde hace tres días en Lahore, en el este del país.