Teorí­a del conocimiento



Para los que están familiarizados con el mundo de la filosofí­a este libro es muy conocido. Se trata de uno de esos textos obligados no sólo para comprender esa disciplina filosófica que algunos llaman «teorí­a del conocimiento» o «epistemologí­a» (aunque para algunos son cosas totalmente distintas), sino también para servir de ayuda en esas clases a las que algunos estudiantes están condenados a estudiar.

¿Es un libro fácil? En términos generales sí­, pero ameritarí­a antes ?para el novicio- cierta iniciación. Sin ésta, es probable que el lector se desanime pronto y condene al texto al estante más recóndito de la librera. Quizá es por eso que en los cursos sirve como complemento a las clases magistrales de los profesores. Así­, luego de una pequeña introducción el libro puede ser leí­do ya sin mayor dificultad.

Por supuesto que el mercado editorial presenta a los lectores innumerables propuestas que ayudan a adentrarse en ese campo en el que tantos filósofos han consagrado sus dí­as (piense por ejemplo en la fatiga que pudo resultarle a Kant escribir la «Crí­tica de la razón pura»), pero créame que no es fácil dar con un texto bueno. Sobre todo porque quienes escriben generalmente no son ni buenos pedagogos que ayuden progresivamente a quienes apenas empiezan a caminar, ni óptimos escritores que sepan combinar la sencillez y la profundidad. De aquí­ el éxito de algunos libros como éste.

Hessen divide su trabajo en tres partes. La primera la tituló «Teorí­a general del conocimiento. Investigación fenomenológica preliminar». A mi juicio esta parte es la mejor del libro. Este apartado, a la vez, lo dividió en cinco capí­tulos: I. Posibilidad del conocimiento; II. El origen del conocimiento; III. La esencia del conocimiento; IV. Las especies del conocimiento; y, V. El criterio de la verdad.

La segunda parte es titulada «Teorí­a especial del conocimiento». Aquí­ se abordan aspectos relativos a la esencia de las categorí­as, el sistema de las categorí­as, la substancialidad y la causalidad. Sin duda son temas interesantes, pero que, a mi manera de ver, pueden obviarse en un curso de esta naturaleza.

En la última parte, a manera de conclusión, el libro termina ofreciendo una meditación sobre las relaciones entre fe y saber. No es tan sustancioso este apartado como todos las demás de arriba.

La principal fortaleza del libro está, como ya he dicho, en la primera sección porque se intenta responder a los cinco problemas fundamentales de toda teorí­a del conocimiento, estos son: Primero, el problema sobre la posibilidad del conocimiento. Es decir, aquí­ habrí­a que responder a la pregunta de si puede el sujeto aprehender realmente el objeto. Negar semejante posibilidad conducirí­a al escepticismo, afirmarla equivaldrí­a a un realismo o a un fenomenalismo que el autor también intenta explicar.

La segunda cuestión va en la lí­nea de la búsqueda del origen del conocimiento. Hay que responder a la siguiente pregunta: ¿Es la razón o la experiencia la fuente y base del conocimiento humano? Si se sostiene que el origen es exclusivo de la razón se podrí­a caer en un racionalismo, si se apuesta por la exclusividad de la experiencia, se afirmará el empirismo. Hay otras posiciones que Hessen explica y denomina intelectualismo, apriorismo o, su propia teorí­a al respecto.

El tercer tema importante es el que toca a la esencia del conocimiento. ¿Esencialmente cómo es posible el conocimiento? Aquí­ hay diversas explicaciones: la del realismo, el idealismo, el fenomenalismo o, si se quiere, la que el propio Hessen ofrece a los lectores.

La siguiente cuestión es la que tiene que ver con las formas del conocimiento humano. Aquí­ cabe preguntarse, reflexiona el filósofo, si además de este conocimiento racional hay un conocimiento de otra especie, un conocimiento intuitivo, en oposición al discurso racional. De aquí­ en adelante, me parece, el texto no es tan claro como en las partes anteriores, pero prometen una iniciación a considerar para futuras lecturas.

Finalmente, se toca el tema sobre la verdad y su criterio. Hessen lo expresa así­: «Si hay un conocimiento verdadero, ¿en qué podemos conocer esta verdad? ¿Cuál es el criterio que nos dice, en el caso concreto, si un conocimiento es o no verdadero?». Este tema es importante, pero, a mi juicio, el autor no es suficientemente claro ni didáctico.

En cuanto a la posición de Hessen sobre el conocimiento parece, evidentemente, oponerse a cualquier forma de escepticismo. Para Hessen, igual que para el realismo, el conocimiento es posible y, usada la razón de manera correcta, se puede alcanzar la verdad.

«Es evidente que el escepticismo radical o absoluto se nulifica a sí­ mismo. Sostiene que el conocimiento es imposible. Pero al hacerlo está expresando un conocimiento. Esto es, en el hecho admite la posibilidad del conocimiento y lo ejecuta al tiempo que afirma su imposibilidad. Por lo tanto, el escepticismo incurre en una contradicción consigo mismo».

Otro tema que trata de resolver Hessen es el de la oposición entre racionalismo y empirismo. Ninguna de las posiciones le parece convincente. Tanto la razón como la experiencia son fundamentales a la hora de conocer. De modo que es preciso apostarle a una posición más moderada.

«Si los racionalista se orientan hacia un dogmatismo metafí­sico, los empí­ricos lo hacen hacia un escepticismo metafí­sico. Esto se infiere inmediatamente de la esencia misma del empirismo. Pues si todos los conceptos del conocimiento proceden de la experiencia, necesariamente se encierra al conocimiento humano dentro de los lí­mites del mundo visible. La sublimación de la experiencia, el conocimiento de lo suprasensible, son imposibles. Esto explica la postura escéptica que adoptan los empí­ricos ante las especulaciones metafí­sicas».

El libro es interesante y, como he dicho, puede servir de apoyo en clases de esta naturaleza, sin embargo, debe decirse con honestidad que el modo cómo abordan los filósofos en la actualidad la teorí­a del conocimiento es absolutamente distinto a la de Hessen. La filosofí­a también a evolucionado (o involucionado) y este tipo de reflexión que parte de la relación sujeto y objeto para comprender el conocimiento ya ha sido superado. Aún con todo, sin embargo, el libro sigue teniendo validez, por eso se sigue usando.