Influenciado por su carrera militar contrainsurgente, el llamado «General de la Paz», apelativo que le viene de firmar en nombre del Ejército el fin de la guerra de 36 años en 1996, Otto Pérez Molina busca ganar hoy la presidencia de Guatemala con la promesa de aplicar «mano dura» contra la pobreza y la inseguridad.
Su polémico discurso ha despertado temores en sectores sociales de volver a un pasado oscuro, como sucedió durante la guerra, aunque ha encontrado importante eco en una clase media cansada de la violencia que pide mano dura contra los delincuentes, que tienen de rodillas a la población.
Con 56 años, de carácter fuerte y tono recio e inexpresivo, Pérez se ha forjado a lo largo de una carrera militar que inició en 1966 cuando tenía 16 años como cadete en la Escuela Politécnica.
Aunque sus seguidores destacan su «disciplina, rectitud, inteligencia y liderazgo», sus detractores le recriminan haber dirigido el cuerpo de inteligencia del Ejército gracias a sus estudios y entrenamientos para combatir la guerrilla en el marco de la guerra civil (1960-1996).
Tampoco olvidan que fue el jefe del temible pero ya desaparecido Estado Mayor Presidencial, un cuerpo de élite del Ejército acusado de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones durante la guerra a pesar de que su función era brindar seguridad al presidente del país.
También le acusan de haber fraguado un apagón durante las elecciones que ganó el ex presidente ílvaro Arzú en 1995, el último año que estuvo a cargo de ese cuerpo de inteligencia del Ejército (1993-1995).
Al dejar ese cargo, el nuevo gobernante lo nombró Inspector General del Ejército en 1996, lo que le permitió firmar por parte de las Fuerzas Armadas los Acuerdos de Paz que pusieron fin, ese mismo año, a una guerra fratricida de 36 años.
«Sentarme ante una mesa para alcanzar un acuerdo con la gente con la que nos anduvimos buscando en la montaña con un fusil en la mano, fue una etapa que me dejó marcado. Eran sentimientos encontrados, sobre todo, durante las primeras reuniones», confesó al diario Siglo XXI.
Como militar activo, Pérez realizó estudios superiores de Defensa Continental en el Colegio Interamericano de Defensa, con sede en Washington, y fue jefe de la Delegación de Guatemala ante la Junta Interamericana de Defensa en la capital estadounidense de 1998 a 2000.
En enero del 2000 se retiró del Ejército luego de que el entonces presidente, Alfonso Portillo, dio marcha atrás en su intención de nombrarlo ministro de la Defensa, a lo que se oponía férreamente el ex dictador y cacique de la agrupación que llegó al poder, Efraín Ríos Montt.
Su ascenso en la política ha sido vertiginoso. Al dejar el Ejército formó su propia agrupación política, el Partido Patriota, con la que ganó en 2004 una curul en el Congreso tras formar una alianza con el partido gobernante, la Gran Alianza Nacional (Gana, derecha), de la cual se retiró por una pugna interna.
En los pocos meses que estuvo con el actual gobierno de í“scar Berger fungió como Comisionado Presidencial de Seguridad y la Defensa después de que el mandatario creara una figura de superministro encargado de coordinar las operaciones de las carteras de Gobernación (Interior) y Defensa.
Su paso fugaz por esa dependencia le acarreó serias críticas, toda vez que fue incapaz de coordinar un buen proyecto y los índices de delincuencia crecieron.