Los guatemaltecos hemos podido usar las urnas electorales, unas veces más que otras dependiendo de cuántos años hayan pasado después de que cumplimos dieciocho años…Las primeras urnas, las cajas cuadradas, que tenían una ranura en la parte superior, han evolucionado hasta llegar a las mesas electorales que usamos hoy, en las que las ranuras sobre el tablero nos permiten depositar los votos en bolsas plásticas transparentes que facilitan la apreciación de los votos depositados y que transmiten esa indispensable imagen de transparencia que todo proceso electoral debe llevar.
Cuando los períodos constitucionales no han sido rotos por los delirios de aprendices de dictadores, hemos depositado nuestros votos en esas urnas, designando con una marca en la papeleta a uno de los eternos oferentes de días de paz y prosperidad repletos de oportunidades de mejorar para todos.
Años atrás, después de contar los votos, se discutía, se peleaba, se anotaba, se volvía a discutir y a pelear para finalmente declarar ganador al que pudiera comprobar, por sobre todas esas discusiones y peleas, que había obtenido el mayor número de votos a su favor. De la misma manera, ahora, se cuentan los votos, a veces se discute y en algunos lugares, muy pocos afortunadamente, se pelea. Un proceso de conteo que pretende aportar todas las garantías técnicas de transparencia contribuyendo a evitar las discusiones y peleas, para declarar ganador al que obtenga el mayor número de votos a su favor.
Así, las bolsi-urnas plásticas se convierten en la caja mágica de donde sale milagrosamente investido de poder, un Presidente con su respectivo Vicepresidente, los que toman posesión de su cargo, en la fecha estipulada por la ley. Sin Embargo, hablando específicamente del Presidente, después de unos pocos meses de estar sentado en la silla presidencial, poco o nada queda del candidato preocupado de las necesidades de los que marcaron su rostro en la papeleta, y también de los que no lo hicieron, como aseguró el día de la toma de posesión en el que habló de velar por absolutamente todos los guatemaltecos. Y pasa sus cuatro años de gobierno, haciendo como que se esfuerza en construir esos caminos de seguridad, de paz y de prosperidad que había prometido.
Ahora vemos a nuestro Señor Presidente, que a punto de terminar su mandato, se prepara para entregar el poder al que obtenga la mayoría de marcas en los cientos de miles de papeletas que serán depositadas en las urnas electorales el cuatro de noviembre…y se percata, pero no lo dice, de que casi no se acordó de trabajar por todos los guatemaltecos…y se ve a los dos candidatos en contienda hablando de los recursos económicos que necesitan para la inversión social durante su gobierno, indispensable inversión que les ayudará a combatir la pobreza, y aparenta encontrarse conforme con su esfuerzo cuando los periodistas le preguntan sobre la situación de pobreza en el país ahora que termina su mandato y lo que hace en contestar que «sí, en este país hay muchos pobres, y claro, hay que combatir la pobreza, pero, es difícil, no se puede, porque no hay recursos»…El próximo presidente deberá encontrar los recursos para combatir nuestra pobreza los próximos cuatro años, ¿sabe de dónde obtenerlos? Y sabiéndolo. ¿Podrá hacerlo? O dentro de cuatro años ¿escucharemos lo mismo?