Los viejos temores



No puede uno decir que el vicepresidente Stein sea un brujo, pero tiene que reconocerse que acertó más que los encuestadores de reconocida tendencia cuando dijo que era previsible un escenario en el que se pudiera dar un muy cerrado resultado en las elecciones. Y es que esta segunda vuelta pareciera dirigirse a un resultado apretado en el que resulta difí­cil predecir el resultado, sobre todo por la falta de confianza en el sistema de las encuestas.

No es cierto que las encuestas no sirvan para predecir resultados, puesto que cuando son realizadas técnicamente permiten establecer las tendencias y salvo variaciones contundentes de última hora, es sumamente improbable que las mismas fallen cuando tienen una base cientí­fica y son realizadas con apego sentido ético. Así­ lo demuestra la historia a lo largo y ancho del mundo y cabalmente por ese nivel de certeza y confianza es que en muchos lugares, incluyendo Guatemala, la publicación de encuestas resulta tan influyente.

Pero tal y como están los cosas es evidente que hay nerviosismo. El mismo candidato Colom ha pedido al Tribunal Supremo Electoral que dosifique la información la noche de los comicios para aguardar a que se tengan abundantes datos y no generar falsas impresiones. Es un hecho que la capital no es su fuerte y que los resultados de este distrito son los primeros en procesarse por una serie de razones que no son simplemente de proximidad geográfica con el centro de cómputo. Por ello es que el candidato de la UNE, sabiendo que no le irá bien aquí­ y confiando en que con los votos del interior pueda equiparar su posición o mejorarla, le pide al TSE que aguarde para dar los resultados.

El hecho es que existe nerviosismo en uno y otro partido, y que la población ve que se puede concretar la predicción que hace meses hiciera Stein en el sentido de que puede darse un resultado sumamente apretado. Pero también hay que recordar que el Vicepresidente dijo entonces que nuestro paí­s no está preparado para una situación así­ y que pueden temerse reacciones airadas porque no todos tienen suficiente confianza en las autoridades electorales que, además, se han mostrado débiles e incapaces de hacer valer su autoridad aún en cuestiones tan importantes y básicas como el techo de los gastos de campaña, el anticipo del proselitismo antes de que se convocara a elecciones y ahora con el tema de los finiquitos que no fueron exigidos cuando los candidatos optaron por sus cargos, es decir, cuando se inscribieron.

Subsisten pues los viejos temores y hay que estar preparados por si las moscas. No sea que el agorero análisis se concrete y que el dí­a 5 amanezcamos con la incertidumbre de una elección por definirse a falta de un puñado de votos en mesas cuyos resultados sean cuestionados por los candidatos. ¡Lo último que nos faltaba!