Poncho Bauer Paiz


Editorial_LH

La Hora está de luto por el deceso, ayer, del muy querido amigo y colaborador, licenciado Alfonso Bauer Paiz, quien durante muchos años fue uno de los columnistas de referencia en este vespertino. No dudamos en decir que la polí­tica de Guatemala y el paí­s en general, pesan menos ahora por la ausencia de este gran patriota que fue vertical en todos los actos de su vida y un ejemplo de que sí­ pueden existir polí­ticos honestos, limpios y decentes, comprometidos con ideales.

 


Hay en el paí­s un ambiente convulso y hasta se podrí­a decir que tétrico por las terribles sensaciones que deja el asesinato de Facundo Cabral en nuestra patria, pero no podemos dejar de mencionar a uno de los guatemaltecos más ilustres, luchador por la justicia al punto de haber soportado atentados graves y vivir en el exilio durante muchos años. Bauer Paiz es un ejemplo en nuestro paí­s, especialmente en estos momentos de congoja, puesto que nunca se dio por vencido pero, por sobre todas las cosas, nunca fue un ciudadano indiferente, un guatemalteco que se hací­a de la vista gorda de lo que le parecí­a injusto o incorrecto.

Polí­ticos hemos tenido muchos y la mayorí­a de ellos han amasado fortuna suficiente para buscar sus cuidados médicos en el extranjero o en los más afamados sanatorios locales, pero pocos con la fama y la trayectoria de Bauer Paiz que terminen sus dí­as en un hospital del Seguro Social, lo cual constituye el último testimonio de su hombrí­a de bien, de su rectitud a lo largo de la vida.

La Hora, ciertamente, pierde a uno de los más puntuales colaboradores y nos duele muchí­simo la muerte de Poncho no sólo por lo que significa en el plano editorial, sino en lo que significa para quienes dirigimos este diario. Poncho fue un amigo entrañable y siempre, aún en las épocas en que existieron marcadas diferencias ideológicas con el fundador de La Hora, supo que aquí­ podí­a expresar sus ideas con absoluta libertad y sin cortapisas de ninguna naturaleza. El especial afecto que hubo entre él y Oscar Marroquí­n Rojas se proyectó luego al actual director general, quien tuvo además la suerte de haber sido su alumno en la Escuela de Derecho de la Universidad de San Carlos.

Es un lugar común decir que todo tiempo pasado fue mejor, pero cuando uno ve la actuación de ciudadanos como Poncho Bauer Paiz en la polí­tica del paí­s y la compara con la de nuestros actuales “dirigentes o representantes”, tiene que concluir que el mundo se quedó huérfano hace tiempo de esa clase de gente honesta, capaz y comprometida para luchar contra cualquier injusticia.

Minutero:
La crí­tica más consistente
que viene del extranjero
es a un pueblo indiferente
ante un sistema tan artero