Roma rinde homenaje a uno de los pintores franceses más importantes de finales del siglo XIX, Paul Gauguin, con una muestra de corte didáctico que reúne 150 obras del artista provenientes de 50 museos y colecciones de todo el mundo, entre ellas los célebres cuadros de mujeres y paisajes tahitianos.
La muestra, que lleva el título «Paul Gauguin: Artista de mitos y sueños», será abierta al público a partir del sábado hasta el 3 de febrero del 2008 en el céntrico Complejo del Vittoriano, en el corazón de la capital italiana.
La producción del artista europeo más exótico de su época, que experimentó con el color e influyó en la evolución de la pintura, resulta un viaje en los mitos y sueños de un hombre rebelde, que cuestionaba la cultura dominante del viejo continente y buscaba salir de sus propias fronteras culturales.
El hijo de Clovis Gauguin, un periodista antimonárquico y de Aline Marie Chazal, descendiente de terratenientes españoles de América del Sur y del virrey del Perú, es un artista mestizo, con una fuerte atracción por el mundo tropical, donde pasó sus primeros años de infancia.
«Con esta antología se quiere proponer una reflexión sobre los aspectos menos conocidos de la obra del artista francés y también recorrer etapa por etapa el camino artístico de Gauguin», aseguró el curador de la muestra, Stephen F. Eisenman, histórico del arte.
Realizada con la colaboración del experto en estética Richard Brettel, la muestra intenta indagar sobre la relación del artista con el mundo clásico, en particular con el romano, ciudad que nunca visitó.
«Las referencias a la antigí¼edad eran inevitables en su época, en un momento histórico en que la búsqueda etnológica y la comprensión de las llamadas culturas ’primitivas’ estaba comenzando apenas», sostienen los curadores.
La selección de obras significativas, entre ellos el «Parau Parau» que describe las conversaciones entre un grupo de indígenas, proveniente del museo ruso del Ermitage o «Los cerdos negros», prestado por el Museo de Budapest, así como numerosos óleos de prestigiosas colecciones privadas, ofrecen un punto de vista nuevo de la obra del pintor francés, según los curadores.
«No dejó nunca de leer los textos clásicos de Ovidio y Virgilio en los que buscaba en realidad las visiones poéticas que pensaba encontrar en los paraísos terrestres tropicales», aseguraron los expertos durante la presentación a la prensa.