Ernesto Che Guevara, leyenda revolucionaria del siglo XX, fue ejecutado el 9 de octubre de 1967 en Bolivia y hoy, 40 años después, el mito de quien quiso propagar el fuego de la rebelión en América Latina sigue vivo, aunque no exento de polémica.
Por: Isabel Sánchez/ AFP Foto: Archivo
En Cuba, Bolivia, Venezuela, México, Nicaragua, su natal Argentina y otros países donde sus ideales son reivindicados por movimientos sociales o la izquierda en el poder, se realizarán en su memoria actos políticos, marchas, conciertos, muestras de cine, ferias y exposiciones fotográficas.
Santa Clara, ciudad tomada por Guevara en 1958 durante la revolución dirigida por Fidel Castro, y donde reposan sus restos desde octubre de 1997, será el escenario principal del homenaje en Cuba, tierra que dio vida al «Che» como una figura legendaria.
Fidel Castro, su amigo y compañero de armas de 81 años de edad y convaleciente de una enfermedad intestinal desde hace 14 meses, sería sustituido en el acto por su hermano Raúl, a quien cedió el poder el 31 de julio de 2006.
Reivindicando la «lucha antiimperialista», la Bolivia del indígena Evo Morales organizó un tributo en Vallegrande, donde se hallaron los restos del Che en junio de 1997, y en la aldea de La Higuera, en cuya escuela fue ultimado a los 39 años por un soldado que cumplió órdenes del entonces presidente boliviano, general René Barrientos.
El 40 aniversario de la muerte del Che volvió a atizar la polémica sobre la autenticidad de los restos. Ex agentes cubanos de la CIA y dos periodistas que trataron el caso sostienen que las pruebas hechas a la osamenta fueron manipuladas por orden de Castro para hacer propaganda política.
El forense cubano Jorge González, quien dirigió el hallazgo, aseguró que se les practicó la prueba del ADN luego que fueron repatriados a Cuba, publicó este jueves la prensa.
Para Cuba, la familia y los admiradores del Che, los cuestionamientos surgen del negocio y una campaña de desprestigio contra la imagen del guerrillero y de la revolución.
Lo cierto es que su trágico fin forjó la leyenda de un hombre cuyo rostro, inmortalizado en una foto de Alberto Korda, circula por el mundo enarbolado en marchas o estampado en afiches, camisetas, botellas de cerveza, ceniceros y hasta en bikinis.
Por el Memorial en Santa Clara, donde le fue erigida una estatua de bronce de casi siete metros, han peregrinado desde 1997 dos millones de cubanos y turistas extranjeros.
Nacido el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina, en una familia de clase media, Ernesto Guevara de la Serna, médico de formación y quien toda su vida padeció de asma, recorrió América Latina en 1952 y 1953. Un año después, en Guatemala, entró en contacto con el cubano Antonio í‘ico López, del movimiento de Castro y quien lo apodó «Che».
Guevara conoció a Fidel en julio de 1955 en México, donde éste estaba exiliado; se unió a la expedición que desembarcó en el este de Cuba en diciembre de 1956, combatió en la Sierra Maestra y fue vital en el triunfo de la revolución el 1 de enero de 1959.
Algunos biógrafos lo describen como un ser implacable, y denuncian su papel en el fusilamiento de represores y colaboradores del derrocado régimen del dictador Fulgencio Batista, sentenciados a muerte por los tribunales revolucionarios a inicios de 1959.
Presidente del Banco Nacional y luego ministro de Industrias, el Che dejó sus cargos en el naciente gobierno comunista y se despidió de Fidel, de Cuba y de sus cinco hijos -cuatro con su esposa cubana Aleida March y una de su primer matrimonio con la peruana Hilda Gadea- para aventurarse en la guerrilla del Congo en 1965.
Tras fracasar estrepitosamente en la campaña, marchó a Tanzania y Checoslovaquia, regresó de incógnito a Cuba y partió clandestinamente a Bolivia en noviembre de 1966 para empezar una revolución que pretendía fuera continental, seguro de que sólo las armas cambiarían la historia en América Latina.
Sin apoyo de los campesinos, enfermo y extraviado, Guevara fue capturado el 8 de octubre de 1967 por tropas bolivianas entrenadas por estadounidenses y asesinado un día después.
A cuarenta años de la muerte del Che, quien inspiró ideológicamente a casi todas las guerrillas de la región de los años 60 y 70 -hoy prácticamente extinguidas-, América Latina se volcó a la izquierda a través de las urnas y no del fusil.