“Ochenta y cinco, noventa por ciento de población indígena: ¡Mi Dios! La mayoría de ellos, descendientes del maravilloso Maya. Un lugar donde siempre se crece mi corazón. Donde mi espíritu puede darle rienda suelta a sus sueños más extraordinarios como seguir insistiendo en creer, que estamos hechos a semejanza del Creador, por lo tanto nos está destinado caminar sobre las aguas como nuestro hermano mayor. Curar con la palabra. A veces con el silencio, el silencio está auxiliado por el amorâ€.
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