Congojas



El contraste es muy marcado. El jueves, Carlos Peña lograba una victoria en un concurso de televisión, inflado a puros mensajes de texto, y que hizo que compañí­as de telefoní­a celular y restaurantes hicieran su agosto en septiembre.

El presidente Berger debió de haberlo utilizado de pretexto para demostrar en Nueva York, con sus homólogos mundiales, que Guatemala da un enorme apoyo al arte, pues ofrece becas, premios y concursos, no sólo a los artistas, sino que a los deportistas y hasta a los cientí­ficos e intelectuales.

Y en medio de toda esta vorágine de «viva Carlos Peña; viva Guatemala», con bocinazos alrededor del Obelisco y páginas de periódicos que nos muestran cómo era el ahora Latin American Idol desde que era niño, el arte y la cultura nacional siguen muriendo.

Por supuesto, que Carlos Peña y la música pop también es digna de apoyo y elogios; eso, sin olvidar que hay tantas expresiones artí­sticas en Guatemala, tan variadas como sus idiomas y sus pueblos.

Al inicio de la semana, murió el escritor Alfonso Enrique Barrientos; sin embargo, nadie hizo eco de su deceso, sobre todo que él fue uno de los grandes promotores literarios desde que se inició en el periodismo cultural en la segunda mitad del siglo XX.

Por su parte, como señalaba la poeta y periodista Claudia Navas en su columna del jueves, otros artistas están alcanzando éxitos importantes, y no están siendo tomados en cuenta en los medios de comunicación.

Las modas no deben marcar la agenda cultural. Es importante darle espacio a todas las expresiones artí­sticas, y, de la misma manera en que el presidente Berger ofreció un concierto con Carlos Peña, deberí­a ofrecer a otros artistas, antes de que mueran en el olvido.