Para Tasso Hadjidodou en sus 90 años


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Tasso es como una relación matemática, una repetición en el tiempo, la adición de un reloj inventado que hoy 9 de julio ha sumado un total de 90 años. De nuevo me pregunto: Tasso, ¿mito o realidad?, no sé. Cuando lo veo, a veces lo imagino frente al Templo de Artemisa en í‰feso, o leyendo algún libro a las orillas del mar Egeo, o escribiendo en algún lugar de la ciudad de Lieja sus propias historias sobre Tintí­n y su perrito Milú. El haberlo conocido desde que era niña, especialmente por la amistad que compartí­a con mis señores padres, don León Aguilera y Marí­a del Mar, ha sido para mí­ una experiencia muy grata. Su nombre es Anastasios que significa “resucitado” en griego.

Grecia Aguilera

 


Con Tasso tenemos muchas cosas en común, por ejemplo el amor por los libros y la lectura; en su biblioteca personal existen volúmenes del siglo XVI muy bien conservados. Una tarde sibarita nos hallábamos con mi esposo Carlos-Rafael Pérez Dí­az en casa de nuestro amigo Tasso, y tuvimos la alegrí­a de que nos enseñara el primer diccionario que le obsequiaron sus amados padres, cuando él cumplió 8 años. Este preciado volumen, Nuevo pequeño Larousse ilustrado, Edición 85 que ha acompañado a Tasso durante todo ese tiempo y que ha pasado toda clase de andanzas junto a él, se encuentra en perfectas condiciones y se pueden admirar en sus páginas los grabados en miniatura que ilustran algunas de las palabras. Tiene escrita una breve dedicatoria de sus padres: “Para nuestro hijo Anastasios/ Bruselas, nueve de julio 1929/ Nikos y Stavroula.” Aún tengo en mi memoria las visitas que Tasso hací­a a mis padres en mi casa. En aquel tiempo, a finales de la década de 1960, llegaba en un elegante taxi para llevarlos a diversas actividades diplomáticas, artí­sticas y culturales. En una de esas amigables visitas, Tasso se hizo presente antes de la hora acordada, llevaba mucha prisa y mi señora madre no habí­a terminado de engalanarse. Para mientras, salí­ yo al garaje de mi casa para saludar a Tasso y según yo entretenerlo. Luego ni mis padres, ni mi nana, ni Tasso advirtieron cuando sin querer me subí­ al automóvil, y como era ‘pequeñita’ sencillamente me acomodé. Cuando el piloto del carro dio la vuelta para salir hacia la calle Martí­, dijo: “Señores, disculpen que los interrumpa, solamente querí­a saber si la niña también va a ir con ustedes a la fiesta.” Hubo silencio, no recuerdo ya lo que exclamó mi señora madre, pero sí­ lo que dijo Tasso: “No es para tanto Marí­a del Mar, cálmese. Ahora mismo nos regresamos…” Y bueno, he tenido el agrado de que Tasso sigue siempre llegando a mi casa, ahora en un vehí­culo que finamente le ha proporcionado el señor alcalde, don ílvaro Arzú. Su más reciente visita, el martes 5 de julio de 2011, fue para invitarnos para asistir al homenaje por sus 90 años que le rindió el jueves recién pasado la Municipalidad de Guatemala en la “Casa Ibargí¼en”. En la tarjeta vemos a Tasso junto a su efigie que está ubicada en el ‘Paseo de la Sexta’, espacio público recientemente recuperado en el Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala. A continuación dedico a Tasso mi poema titulado Anastasios que dice así­: “¿Mito o realidad?/ no sé…/ Viajero del tiempo/ sin edad/ eterno infante/ en el jardí­n de los ángeles/ en el templo enhiesto/ de í‰feso/ desbordado cáliz/ en la tierra de Iximulew./ Testigo de albas y ponientes/ cognición absoluta/ efebo perdurable/ gato antiguo/ de epicúreas tardes/ inventor/ de figurados pensamientos./ Impasible caminante/ de espacios infinitos/ fábula de los dí­as/ peregrino de las horas/ burbuja de ilusión/ en el volumen de la vida./ ¿Mito o realidad?/ no sé…/ Gira el sino/ en giróscopo destino/ en el sueño ensoñado/ de Anastasios el resucitado.” ¡Felices 90 Tasso!