Los guatemaltecos sabemos que estamos en el hoyo, plagados de asesinatos, secuestros y robos, pero por si el mundo no se había dado suficiente cuenta de cuán bajo hemos llegado, esta mañana se produce el asesinato de Facundo Cabral, un verdadero patrimonio de toda la humanidad, en esa forma que nos pinta tal cual somos, como un país de salvajes, sin ley ni, mucho menos, autoridad digna de tal nombre.
Pedir perdón a los hermanos argentinos, a los hermanos latinoamericanos y a los hermanos del mundo entero no basta, porque no devolveremos a esos millonarios auditorios la voz de quien era mucho más que un cantautor. Era un hombre que hacía reflexionar al mundo entero y que nos daba mensajes de optimismo, de esperanza y de fe. Los prodigó en esta Guatemala que tanto los necesita durante su estancia en el país, donde era realmente querido y admirado, pero los malvados de siempre, los que se encargan de tener al país de rodillas, los que operan gracias a los nagí¼ilones que tenemos por autoridades, se encargaron de callar para siempre su voz.
No hay palabras para calificar este hecho. Diariamente mueren decenas de guatemaltecos de toda condición social en este ensangrentado país sin que el Presidente o sus funcionarios se inmuten o muestren la menor pena por lo que pasa. Hoy ha hablado el vocero oficial para decir que Colom está acongojado por el crimen porque tiene que sentir la vergí¼enza que nos embarga a todos los guatemaltecos por lo cometido en este país.
No fue Guatemala la que mató a Cabral, pero sí es Guatemala la que permitió que esos asesinos le segaran la vida y cuando decimos Guatemala nos referimos a quienes nos representan, a quienes en nombre del pueblo creen que gobiernan, porque han alentado esta vorágine de sangre desde el primer día en que llegaron al poder, cuando se dedicaron con alma y corazón a promover una campaña política, descuidando lo fundamental, especialmente la seguridad de los guatemaltecos.
Guatemala está en el hoyo, no sólo porque ahora tocamos fondo en la imagen internacional por el asesinato incalificable y atroz de Facundo Cabral, sino porque eso apenas es un reflejo de cómo andan las cosas aquí. Y andan así porque somos un pueblo que no reacciona, que no demanda, que no exige, que no reclama, que nunca se pone de pie para decir ¡Basta!
Descanse en paz Facundo Cabral y a los hermanos latinoamericanos y especialmente argentinos, entendemos su indignación y cólera contra Guatemala y los guatemaltecos y les expresamos que el pueblo comparte su dolor.