La derecha ejerce el poder absoluto


El 14 de enero del 2008, según nuestro ordenamiento constitucional, debe tomar posesión la nueva legislatura (2008-2012), que según la voluntad popular expresada en las urnas el pasado nueve de septiembre, ninguna de las fuerzas mayoritarias electas ejercerá el poder absoluto (mitad más uno).


Fiscalización:

La Constitución Polí­tica establece claramente cuales son las funciones del Congreso de la República: La rendición de cuentas o la fiscalización como se le denomina a la facultad constitucional de las comisiones, bancadas y de los diputados (interpelación) de pedir información sobre los negocios públicos, es una de las más importantes.

Intermediación:

La intermediación del diputado entre la población, fundamentalmente del representante distrital y las autoridades de gobierno es otra función importante y aunque la misma no está normada, quienes la han ejercido desde que toman posesión son precisamente quienes tienen más posibilidades de ser reelectos, puesto que en ningún momento pierden contacto con sus electores a través de los alcaldes con quienes deben coordinar el desarrollo local.

Legislación:

Nuestro ordenamiento legal establece que los diputados son a quienes les corresponde por mandato constitucional legislar. Y aunque comparten la facultad constitucional de presentar iniciativas de ley con el Tribunal Supremo Electoral, la Universidad de San Carlos y los poderes Ejecutivo y Judicial, el Legislativo en el trámite parlamentario tiene la última palabra.

Voto cruzado

Una nueva cultura democrática de las y los guatemaltecos ha cobrado auge a partir de las elecciones generales del 2003, cuando el electorado empezó a votar de manera cruzada, es decir que quienes votaron por un partido determinado para el Ejecutivo, votaron de manera distinta para el Legislativo.

Ese mismo comportamiento se produce ahora en estas elecciones generales, cuando el electorado con su decisión soberana dispone no votar en lí­nea a favor de UNE, Gana y PP, que con sus 50, 37 y 29 escaños, respectivamente, deberán sentarse a platicar para articular consensos con el Ejecutivo en la búsqueda del bien común de los guatemaltecos y la gobernabilidad del paí­s.

Es un argumento prepotente y excluyente afirmar que una vez tales fuerzas polí­ticas alcancen acuerdos, el papel del resto de las bancadas será de observadores, toda vez que aun cuando matemáticamente tengan los votos suficientes para tramitar proyectos de leyes ordinarias (80 votos) y de rango constitucional (105 votos), el voto de las minorí­as cuenta.

Afortunadamente ese argumento matemático y simplista no es compartido por los partidos polí­ticos que se disputarán el control del Ejecutivo para los próximos cuatro años el cuatro de noviembre, toda vez que sus interlocutores están buscando el apoyo del resto de las expresiones polí­ticas para la segunda vuelta, incluso los 300 mil votos del FRG y de CASA. Y por supuesto el apoyo en el Congreso de la República.

La diferencia que el candidato presidencial de UNE, ílvaro Colom obtuvo sobre su homólogo del PP, Otto Pérez, es apenas de cinco puntos porcentuales, o sea 150 mil votos, que según los estrategas de la mano dura no son difí­ciles de superar en la segunda vuelta. Será entonces cuando el panorama sobre la composición del Congreso quede despejado, porque una eventual derrota de Colom provocará un cisma a lo interno de esa agrupación polí­tica.