Bush es quien decide


Un soldado estadounidense, que quedó lisiado en Irak.

Los estadounidenses quieren que los soldados comiencen la retirada, los demócratas dedican toda su fuerza para que así­ suceda: Irak se ha convertido en el gran tema de la campaña presidencial del 2008, pero sigue siendo el presidente George W. Bush el que mueve los hilos de esta historia, según estiman expertos.


Y si la semana próxima el presidente juzga, luego de la presentación de un informe sobre Irak, que el momento de reducir los efectivos no ha llegado aún, no serán sus adversarios demócratas, mayorí­a en el Congreso, quienes impondrán la retirada.

«Las realidades constitucionales, son lo que son, las posiciones de (Bush) son inexpugnables», afirmó Ted Carpenter, experto del Instituto Cato.

«No hay chance alguna, a menos que se logren mayorí­as aplastantes en ambas cámaras, de que el Congreso pueda imponer un cambio del rumbo polí­tico, una retirada o el candelario de una retirada».

«Incluso si resuelven adoptar tal medida, el presidente opondrá su veto, y (los demócratas) están muy, muy lejos de tener los votos necesarios como para levantar este veto», dijo.

Cualquiera de las dos cámaras debe reunir una mayorí­a de dos tercios para neutralizar un veto presidencial.

Bush, reducido en su capacidad de acción interna pero con expectativas en el extranjero, ya aplicó este poder extraordinario en mayo de 2007 cuando los demócratas intentaron imponer un calendario de retiro a la ley de financiamiento de la guerra.

Los debates presupuestarios que se anuncian luego que Bush presente el informe, brindarán a los demócratas una nueva ocasión de honrar el mandato que muchí­simos estadounidenses contrarios a la guerra le otorgaron cuando confiaron en ellos al elegirlos en 2006, ya que se trata de una oportunidad donde deberán rendir cuentas de cara a las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2008.

Los demócratas corren el riesgo de rechazarlo, renunciando a fijar un vencimiento para la misión iraquí­, y optar, por ejemplo, por una fecha para iniciar la retirada.

«Los demócratas han esperado todo el verano atraer a ellos a los republicanos más moderados. No veo ninguna razón para creer que ellos no se la vieron venir», dijo Stephen Hess, del instituto Brookings.

Sostuvo que la Casa Blanca se dedicó con éxito a contener la impaciencia que amenaza ganar a sus amigos republicanos. «Presumo que el presidente, que envió señales contundentes para demostrar que continuará haciendo exactamente lo que ha hecho hasta ahora, se encuentra un poco más fuerte» que cuando hizo naufragar los planes demócratas de imponer un plan de retirada, sostuvo.

Incluso ante un escenario diferente, Hess y sus colegas predicen que se intensificará la batalla polí­tica luego de la semana entrante, y que Irak acaparará todo el debate desde entonces hasta las elecciones de 2008.

«No hay más oxí­geno» para otra cosa, resumió Hess.

«Nos encontramos en plena elección presidencial, los candidatos deberán responder ante su circunscripción, ellos no le van a prestar atención a lo que tenga que decir el general Petraeus», comandante estadounidense en Irak, «pero buscarán satisfacer a aquellos que los van a elegir o designar candidato», explicó Larry Sabato, profesor de polí­tica.

Los candidatos demócratas denigrados por sus adversarios como derrotistas, corren sus riesgos al oponerse frontalmente a la estrategia en Irak si se confirma que la misma está dando sus frutos. Los republicanos se asocian con un presidente impopular, aunque algunos prefieren guardar sus distancias.

Sin embargo Sabato destaca que las elecciones presidenciales se celebrarán en más de un año y que la situación puede revertirse a favor de los republicanos.

En cuanto a Bush, continuará desafiando al Congreso «porque toda su imagen para la posteridad depende de Irak; o tiene éxito en Irak (…) o su aparición en los libros de historia se verá reducido a la nada», asegura Sabato.