Las enfermedades cardiacas pueden tomar desprevenidas a las mujeres en formas que las pruebas estándar del corazón no pueden detectar.
Forma parte de una extraña brecha de género: las mujeres tienden a tener síntomas diferentes de ataque cardiaco que los hombres, y son más propensas a morir en los 12 meses posteriores a su primer ataque al corazón.
WASHINGTON / Agencia AP
De hecho, más del 40% de las mujeres estadounidenses no se ha dado cuenta todavía de que las enfermedades cardíacas son la primera causa de muerte de su género. Una de cada 30 muertes de mujeres en 2007 fue por cáncer de mama, en comparación con una de cada tres por enfermedades cardiovasculares, según la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés).
Según un nuevo informe ha habido muy pocos avances en la lucha contra las diferencias de género en las enfermedades cardiacas. En él se esbozan las preguntas más frecuentes que los científicos deben responder para encontrar las mejores maneras de atender el corazón femenino y, en primer lugar, prevenir problemas.
«El corazón de una mujer es la amenaza más grande para su salud, y todos los que se hagan cargo de una mujer tienen que darse cuenta de eso», dijo la cardióloga Nanette Wenger, de la Universidad de Emory, quien es coautora del informe.
No hay que confundirse: las enfermedades cardiacas también son la principal causa de muerte entre los hombres. Son más frecuentes en los hombres y tienden a afectarlos más de una década antes que a las mujeres.
Sin embargo, aunque las muertes por esta razón han disminuido en general en los últimos años en Estados Unidos, esa mejora ha sido más lenta para las mujeres, que enfrentan algunos problemas específicos, según el informe de la organización sin fines de lucro Society for Women’s Health Research (Sociedad para la Investigación sobre la Salud de las Mujeres) y WomenHeart: The National Coalition for Women with Heart Disease (Corazón de las Mujeres: Coalición Nacional para Mujeres con Enfermedades Cardiacas).
No hacer ejercicio y comer mucha comida chatarra es malo para el corazón, sea una mujer o un hombre.
El colesterol elevado obstruye las arterias y la hipertensión puede causar un accidente vascular en el cerebro.
Pero hay un problema. Incluso si una prueba a las principales arterias del corazón no encuentra bloqueo alguno, las mujeres en situación de riesgo todavía pueden tener un problema grave: algo llamado enfermedad microvascular coronaria, que es menos común en los hombres.
Wenger explica que en esa enfermedad se dañan los pequeños vasos sanguíneos que irrigan el corazón, de manera que se cierran involuntariamente; sufren un espasmo.
El informe indica que parte de la falta de comprensión acerca de estas diferencias de género se debe a que los estudios relacionados con el corazón todavía no hacen suficiente hincapié en las mujeres, especialmente las pertenecientes a minorías.
Sólo una tercera parte de los estudios de tratamiento cardiovascular incluyen información sobre cómo responde cada sexo, a pesar de que las políticas federales estadounidenses dicen que deberían precisarlo. El informe exhortó a los científicos a que hagan comparaciones directas de qué tratamientos funcionan mejor en las mujeres y que se mejoren las pruebas de diagnóstico.
Otra cuestión: incluso las mujeres jóvenes tienen a veces ataques al corazón y hay indicios preocupantes de que los riesgos aumentan.
Ha habido un pequeño incremento en las muertes entre mujeres menores de 45 años. Además, la presión arterial alta, diabetes o complicaciones relacionadas con el embarazo —una preocupación creciente a medida que más mujeres se embarazan mientras tienen sobrepeso— no son sólo problemas temporales, sino que aumentan el riesgo de que esas madres sufran enfermedades del corazón cuando tienen entre 40 y 65 años de edad.
El informe dice que muy pocos médicos son conscientes de que deben tener en cuenta esas diferencias de género.
«El corazón de una mujer es la amenaza más grande para su salud, y todos los que se hagan cargo de una mujer tienen que darse cuenta de eso».
Nanette Wenger
Cardióloga – Universidad de Emory