El espacio que empieza en estas semanas y que, normalmente, termina en el momento de la convocatoria a elecciones, es fundamental para el país en el plano político y pone a prueba la capacidad del Presidente y de su equipo más cercano en la operación política y la gestión administrativa.
Resulta que por su caso tan especial, Guatemala se ha acostumbrado a vivir en campaña electoral y el mismo primer día tras las elecciones, se empieza a competir y discutir quién es el “próximo”, llevando esa batalla a reflejarse en el papel que juegan las bancadas en el Congreso de la República que en lugar de legislar obstruyen al “contrincante” y similar situación sucede con los actores de trascendencia en el escenario de nación que terminan siendo utilizados para temas de coyuntura a favor de cualquiera de las corrientes.
En este año, se cuenta con una “canícula política” provocada por la decisión del Tribunal Supremo Electoral de suspender a los partidos que se han dedicado a la campaña anticipada disfrazada de afiliación o cómo se les quiera llamar a las actividades que realizan de manera directa con electores para presentar a sus futuros candidatos y empezar a tejer el proselitismo electoral.
Para los presidentes de turno, el período entre la mitad del tercer año de gobierno, hasta el momento de las elecciones, es el de un fuerte vacío porque quienes empezaron con ellos en el proyecto político, en su mayoría buscan colocarse en otros grupos para mantenerse amarrados a los beneficios que otorga el poder; los actores que estuvieron fuera de la administración, se están ya colocando dentro de otros proyectos y los actores de poder alterno, como empresarios y grupos sociales, intentan ganarse la gracia de quienes compiten con alguna posibilidad en el proceso.
Es entonces que en este año con la canícula política se le puede dar superficialmente un escenario especial al gobierno para que no tenga la presión mediática ni proselitista de los candidatos que con disfraz inician la campaña con anticipación. Decimos que superficial, porque los grandes pactos electoreros se seguirán cocinando bajo el agua.
Hay que recordar que mientras el gran tema, el financiamiento de las campañas políticas, no se logre controlar para evitar el empeño de la toma de decisiones desde el poder, todo lo demás seguirá siendo un orden relativo porque al final el resultado terminará siendo el mismo: Autoridades electas para cumplir sus compromisos con los financistas. Mientras eso pasa, hay que disfrutar de la canícula política y esperar que el gobierno haga buen uso de un respiro de poder.
Minutero:
Echarle la culpa al padre
es algo que no tiene ni madre;
no solo roban dinero
sino hasta el bienestar venidero