El esfuerzo que actualmente realiza el Tribunal Supremo Electoral, dirigido a detener la campaña anticipada desarrollada por los partidos políticos, en el cual se ha involucrado decididamente todo el personal del mismo, tanto de la ciudad capital como de los departamentos y municipios de Guatemala, persigue en primera instancia contribuir al desarrollo democrático de nuestro país, para de esta forma incidir también en los problemas estructurales de la formación socioeconómica de Guatemala, que son los que producen el atraso histórico de nuestro país.
Asimismo el trabajo del tribunal en educación cívico política por medio del Instituto Electoral, se une al anterior tratando de elevar el nivel ciudadano y ético de la población guatemalteca, para aportar a la construcción de una ciudadanía demandante, vigilante y consciente de sus derechos.
Lo anterior es necesario y urgente ya que durante nuestro desarrollo histórico, hemos experimentado un conflicto armado interno, largas épocas de represión y violación de los derechos de la población, iniciando con la violenta conquista y posterior etapa colonial, seguidas de dictaduras civiles y militares, que han erosionado gravemente el tejido social, dejando secuelas que no permiten la evolución democrática del país, contribuyendo eficazmente al subdesarrollo económico y político.
A partir de la era democrática (1985), se tuvo la esperanza de que iniciaríamos ese tránsito postergado, y se experimentó un surgimiento fuerte de partidos políticos, pero estos no han evolucionado para convertirse en verdaderos vehículos de las demandas de la ciudadanía y conductores del desarrollo integral de país.
Conforme avanza el proceso democrático se ha dado un crecimiento que podemos calificar de “perverso” en el caso de las organizaciones políticas, porque la dinámica partidaria cada vez refleja y se robustece en cuanto a actividades de clientelismo y propaganda antes y durante el proceso electoral, sin que se observe a la par un desarrollo democrático de las estructuras partidarias y de la función de intermediación e influencia en la solución de los problemas nacionales. Además al arribar al poder, las ejecutorias que desarrollan alcanzan muy pocas veces a incidir en forma sustantiva en el desarrollo del país.
El panorama tiende a oscurecerse aún más, cuando las actividades políticas sufren la influencia y penetración de poderes paralelos de siempre, y ahora del narcotráfico, en tanto una buena parte de los políticos que son electos a posiciones de poder, evolucionan hacia ejecutorias que persiguen el beneficio personal no exento de corrupción, lo que ha llevado también a un descrédito cada vez mayor de la política, así como la penetración de estas variables en las principales instituciones de gobierno, debilitándoles y haciendo sentir sus efectos en el desarrollo del país.
Ante esto es necesario resaltar la estrecha relación entre el desarrollo democrático y la superación de los retos del desarrollo humano de la población guatemalteca, en tanto continuemos arrastrando secuelas autoritarias y corrupción, así como la profunda erosión de los valores democráticos, no podremos avanzar en la lucha contra la pobreza, el desempleo, la desnutrición y otros flagelos que subsisten en Guatemala.
Resulta urgente entonces que todos los guatemaltecos y guatemaltecas contribuyamos desde el sitio que ocupemos en la sociedad, a erradicar estas variables, y lo podemos hacer tal y cómo lo están demostrando diversas organizaciones de jóvenes que se han involucrado en el esfuerzo por detener la campaña anticipada, ellos están diciendo claramente que quieren otra forma de hacer política y esto es lo que necesita Guatemala.