En una reunión entre autoridades que incluyó a la vicepresidenta Roxana Baldetti y a la Fiscal General, Thelma Aldana, se propuso que una de las medidas para detener el flujo de los niños migrantes no acompañados que están saliendo hacia Estados Unidos, sea procesar a los padres como responsables directos de la vida de los menores.
Lamentablemente, vemos que la pita se rompe por lo más delgado y los más fáciles de perseguir por un hecho que, de confirmarse como delito, es realizado bajo la desesperación de la pobreza y la angustia de la violencia que enfrentan los jóvenes en Guatemala que no encuentran oportunidad de superarse y simplemente pueden aspirar a sobrevivir.
Lo más trágico es que vemos cómo con energía se presentan propuestas de este tipo, pero no se hace lo mismo para anunciar medidas contra todos aquellos funcionarios que han sido responsables durante años del saqueo del Estado y de colocar a las instituciones al servicio de intereses particulares que impiden políticas de desarrollo para nuestro tan necesitado país y, en lugar de eso, se dedican a utilizar la corrupción como medio de enriquecimiento de los políticos y sus socios que les financian sus campañas.
A ambas mujeres, madres, les preguntamos si ha pasado por su mente lo que tiene que ser necesario para enviar a un hijo por el peligrosísimo recorrido que tanto en el territorio guatemalteco, mexicano y estadounidense pone en altísimo riesgo la vida de los menores. Porque si es que alguien piensa que a los patojos se les está enviando para ir a conocer Disney, pues entonces claro que hay que procesarlos. Pero cuando se trata de la única salida, no necesariamente la correcta, que se les atraviesa por la mente ante una gama de tragedias entre la que más se presenta es la muerte violenta o por hambre, ¿Qué se le puede criticar a un padre que toma como última esta desesperada opción?
Entendemos que los niños son quienes directamente corren el riesgo, pero también creemos que los padres pasan por la máxima de las angustias al entenderse corresponsables de esta tragedia y no es con placer que envían a los menores a esa experiencia que, de manera muy fuerte, cambiará sus vidas para siempre.
Por favor, hagamos que los menores se queden en nuestro país, porque somos capaces de darles oportunidades y generarles la certeza de que estaremos como Estado a su servicio. Basta ya de buscar castigos para los más débiles que, en este caso, son una parte importante de las víctimas que existen en Guatemala.
Minutero:
El viaje de cada migrante
es un grito de denuncia
contra un país que renuncia
a ofrecerles futuro brillante