En cualquier parte del mundo, el nivel de precios que se manifieste en las economías será de mucha importancia para todos los sectores de la sociedad; porque, desde el productor hasta el consumidor, pasando por los intermediarios, será vital el manejo que pueda darse a dichos niveles. La pugna siempre existirá, en donde un bando deseará incrementar la cantidad de dinero que se paga por cada producto, para lógicamente elevar los márgenes de ganancia, y la contraparte estará en una constante lucha por tratar de adquirir el mayor número de productos posibles, con la misma cantidad monetaria.
Abordar a lo general el sistema de precios de una economía es una tarea verdaderamente amplia, porque son tantos los aspectos a tomar en cuenta que no alcanzarían varias publicaciones para profundizar en ellos. Es por lo anterior, que en esta oportunidad el presente espacio estará dedicado a exponer rápida y superficialmente, lo que acontece con la carne de res y algunos otros productos alimenticios, que han presentado un comportamiento similar.
En 2013, el precio de la carne de res dio un golpe a la capacidad adquisitiva de las familias guatemaltecas, en donde el alza en esa ocasión creó desacuerdos hasta lo interno de la misma cadena de comercialización de este producto, lo que se tradujo en medidas de hecho por parte de los que comercializan este alimento. Al final se comprobó que se estaba vendiendo la carne de res en otras economías, y que incluso hasta existía contrabando para concretar estas transacciones fuera del país.
Si seguimos con el ejercicio mental de recordar situaciones similares, debe incluirse lo que ocurrió con los huevos, en donde el alza se debía en gran medida a que se estaban demandando estos productos fuera de las fronteras, que dicho sea de paso, se pagaban a un mejor precio que el mercado local. Entonces, el grado de similitud es alto en el caso de los huevos con respecto al de la carne de res, es por ello que puede realizarse un solo análisis que le dé cobertura a ambas problemáticas.
La problemática es el alza de estos precios, pero, más allá de ello siempre deben plantearse soluciones a estas situaciones que afectan a la mayoría de familias en una economía, y máxime cuando se trata de un país como Guatemala, en donde un alto porcentaje de la población se debate entre la pobreza y la miseria. Es por lo anterior, que una “pequeña” alza del precio de estos alimentos, condicionará en gran medida el consumo que logren mantener las familias de estrato popular, castigando así la calidad en la alimentación de las masas.
En fin, lo anterior sólo son descripciones de la problemática que generan estas alzas, a lo que ya larga y tendidamente se han dedicado otros espacios. Pero, el objetivo es siempre proponer y para ello debemos partir de lo que no se debe hacer. La solución más próxima que la mayoría plantea es la de implementar un control de precios, a lo que estoy en desacuerdo, porque este tipo de políticas lo único que ocasionan es el contrabando, porque los productores siempre buscarán los mejores precios, no importando si estos están fuera de Guatemala.
Es por esto que, el objetivo de las políticas que se apliquen deberían buscar la ampliación del número de productores, porque, sólo de esta manera se lograrían disminuir los precios, mediante la sana competencia que generaría el aumento de la producción, y máxime si esta es en varios puntos del país. De lo contrario seguiremos con las problemáticas de siempre, en donde el más sacrificado será el bolsillo de los guatemaltecos y guatemaltecas que viven con lo justo.