Costosas lecciones sísmicas


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“Estamos heridos, pero no de muerte” Presidente Kjell Laugerud.

Sigue la actividad sísmica en el Occidente guatemalteco y sur  de México y con ello la angustia se mantiene entre miles de personas quienes se han visto afectadas en todos los aspectos de la vida por estos temblores.

Edith González


“No hay dinero. Me moriré sin construir mi casa, porque ya no tengo como  hacerla”. Dijo Cayetana Velásquez, en San Pedro Sacatepéquez, San Marcos. (Prensa Libre. Página 4. 9 de junio 2014).
   
    Esta denuncia encierra todo un proceso socioeconómico que afecta, hoy en este momento a por lo menos 12 mil familias en los siete departamentos golpeados  por la nueva ola sísmica  en el Occidente guatemalteco.
   
    La vivienda es parte intrínseca de la vida de las personas y se convierte en el centro  de la identidad familiar. Y  para lograr llegar a tener una casa, se necesita voluntad y sacrificios para  obtener recursos económicos que muchas veces se reúnen durante pagos de hasta veinte años.
   
    En la provincia la vivienda  es construida por los núcleos familiares,  a veces los hijos  que se casan y logran heredar   un pedazo de tierra vecino a la casa familiar y allí edifican  la propia con mucho esfuerzo  e inclusive con préstamos y poco a poco se logra amueblarla.
   
    Pero en cosa de segundos, un sismo  destruye el inmueble y con ello llega la incertidumbre, ¿Y ahora? Resulta que ya tengo 50 o 60 años de edad y será imposible que tenga tiempo y dinero para levantar otra casa.

    Pese a que sabemos  que vivimos en  una zona de alta sismicidad, seguimos construyendo sin medidas de seguridad. De lo que tanto se habló  para el terremoto de 1976 y más recientemente el de 2012 en San Marcos. Dura lección.

    Los Cuerpos de Bomberos se lamentan que calles, avenidas y carreteras, no  son suficientes para el desplazamiento de unidades de emergencia en caso de un terremoto. Nadie se ha preocupado por mejorar este aspecto. Y ello hace que  la ayuda no fluya cuando se requiere. Otra dura lección.
   
    La falta de políticas serias, aplicadas a la construcción, es otra de las duras lecciones. Junto a la falta de un seguro para vivienda en caso de actividad  sísmica. El seguro lo que hace es transferir el daño a nuestra casa a una tercera persona que deberá pagar  cuando el temblor nos  la dañe o destruya.
   
    Pero la más dura de estas lecciones, es la angustia en la persona… Ya no tengo casa… ¿Qué voy a hacer?… ¿Qué será de mi familia…? ¿En dónde vamos a vivir?  Son algunas de las preguntas que angustian a quien ha visto, cómo en segundos el trabajo de toda una vida está por  los suelos.
   
    Y quizás la última lección, dura, en verdad dura, es la falta de una  política gubernamental de vivienda, en la cual se norme el sitio y  la forma de construir, pero no sólo la vivienda, sino los grandes edificios  que se convierten en trampas de la muerte, e igualmente las carreteras y los puentes.
   
Tienen la palabra el Congreso de la República, el Colegio de Ingenieros, el Gobierno, pero nosotros, las personas, debemos  ser responsables y asegurarnos que construimos para garantizar la vida  de nuestras  familias.