En más de tres décadas que ha pasado estudiando los helechos, la profesora Kathleen Pryer, de la Universidad de Duke, ha recibido su cuota de subvenciones científicas.
NUEVA YORK / Agencia AP
Pero para su proyecto más reciente, está recibiendo ayuda de una enfermera retirada en Canadá y un joven de 17 años en Arkansas, entre otros.
Es el primer día que incursiona en la financiación globalizada, la práctica de usar la internet para recaudar sumas relativamente pequeñas de dinero por parte de mucha gente a fin de financiar un proyecto. Es algo completamente distinto a las fuentes de financiación tradicionales para investigación científica: la industria, el gobierno y las organizaciones filantrópicas.
Aparte de la ciencia, ha tenido éxito para proyectos como el desarrollo de videojuegos y otros productos de consumo, la publicación de libros, la elaboración de películas y otros programas de entretenimiento. Una campaña para financiar la continuación cinematográfica del programa televisivo «Veronica Mars» consiguió dos millones de dólares en menos de un día. En total recaudó 5,7 millones en 30 días.
Pero «la ciencia todavía no ha alcanzado la estatura de Veronica Mars», observa Jeanne Garbarino, directora de contacto con la ciencia en la Universidad Rockefeller en Nueva York, quien ha usado la financiación globalizada y ha aconsejado informalmente a otros. En cambio, los proyectos científicos tienden a ser mucho más modestos y por lo general recaudan miles o decenas de miles de dólares.
Un investigador, por ejemplo, recaudó unos 2.000 dólares para alquilar un camión y comprar suministros a fin de recobrar el esqueleto de un triceratops que había hallado en Wyoming. Las campañas actuales en el portal experiment.com incluyen 5.000 dólares para investigar un parásito en los ostiones en Carolina del Norte, 3.500 dólares para estudiar una enfermedad del murciélago, y 17.400 dólares para etiquetar tiburones para estudiar sus hábitos migratorios.
En un éxito resonante, más de 150.000 dólares se recaudaron para tomar contacto con un viejo satélite de investigación y reactivarlo.
Pryer lanzó el mes pasado una campaña de seis semanas para recaudar 15.000 dólares a fin de descifrar el ADN de un helecho acuático de rápido crecimiento llamado azolla, suficientemente pequeño como para que quepa en la punta del pulgar, y dice que aprender más sobre la planta podría rendir buenos beneficios.
Azolla captura y procesa nitrógeno del aire con la ayuda de bacterias que viven en ella, y los estudios podrían permitir a los científicos aprovechar ese recurso para implantarlo a algunos cultivos a fin de reducir la necesidad de fertilizantes, dice. Azolla también succiona anhídrido carbónico de la atmósfera, lo que la hace potencialmente útil para combatir el calentamiento global, agregó.