Seguramente habrán notado mis conciudadanos que en Guatemala nuestros funcionarios públicos dispusieron hacer a un lado a sus voceros, relacionistas públicos o como quiera llamársele a quienes se encargan de atender a los reporteros de los medios de comunicación del país. Fuera por exceso de protagonismo o por pura vanidad, ahora personalmente buscan presencia constante hasta el punto de volverse presentadores de programas o de servir de modelos ante la inmensa cantidad de propaganda desplegada para querer demostrar un éxito aunque solo sea aparente.
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De esa cuenta, los reporteros ni lerdos ni perezosos les formulan cualquier cantidad de interrogantes, lo que les obliga a responder sin mucho pensar, con la primera que se les ocurra, cuando lo correcto y atinado es hacer lo contrario.
Hace poco la población recibió la información del Ministro de Gobernación que para evitar el hacinamiento existente en nuestras cárceles estaba considerando cambiar algunas disposiciones legales vigentes, como la de no procesar judicialmente a quienes portaran drogas, en vista que los delitos relacionados con esto resultaban una “bagatela” y que solo hacinaban más los centros carcelarios, por lo que en su criterio era más conveniente “despenalizar” la portación de “pequeñas” cantidades, como que los que fueran sorprendidos consumiéndola fueran obligados a rehabilitarse. Por lo anterior cabe preguntarse: ¿Habrá pensado bien el Ministro lo que dijo? ¿No sería mejor que para crear una política pública debiera cumplir forzosamente el paso fundamental de prepararla sólida y eficazmente para lograr el mayor nivel de coherencia?
Hasta al más neófito ciudadano en asuntos de prevención no se le escapa que permitir portar marihuana u otro tipo de drogas, es igual a abrir las puertas de par en par para propagar su consumo si es que, por ejemplo, no se ha realizado previamente una intensa campaña divulgativa del mal que provoca el mismo. ¿Qué le impide entonces a ese despacho preparar como es debido una política pública preventiva en vez de solo mencionar a la ligera, sin mayor análisis y estudio, algo que podría traer peores consecuencias que las de reducir en mínima parte la permanencia de los encarcelados? Vale entonces repetir que hacer un buen gobierno no significa ponerse a revelar un conjunto de intenciones sino poner en práctica un cúmulo de buenas acciones. Esto implica que antes de hablar hay que pensar y, además, que se debe indagar y estudiar a fondo cada problema, tomando en consideración y siempre tener en cuenta que el mismo método debe emplearse para resolver cualquier asunto relacionado con la salud, con la economía del país, la recaudación de impuestos o la construcción o reparación de una obra pública.