Esta nuestra Guatemala es de antología. Está por terminar sus funciones, absolutamente sin pena ni gloria, la Contralora General de Cuentas de la Nación, Nora Segura, y antes de entregar el cargo logró que le aprobaran un Reglamento de la Ley Orgánica de la Contraloría en el que se dispone que ella y su familia gozarán de protección durante los próximos cuatro años. El Reglamento, publicado en el Diario Oficial, establece la creación de una especie de SAAS para la Contraloría, consistente en la Unidad de Seguridad de la Autoridad Superior, encargada de brindar protección física al Contralor y su núcleo familiar.
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Dicha Unidad estará a cargo de un Jefe y Subjefe, quienes deberán contar con orientación militar o en seguridad ejecutiva de funcionarios públicos debidamente acreditada. Según el reglamento, se deberá dotar de vehículos y personal (léase blindados) tanto para el Contralor como para quien haya desempeñado el cargo.
Los guatemaltecos comunes y corrientes vivimos con la camisa levantada ante el riesgo de un asalto o de que algún loco tire una granada en la vía pública simplemente por joder. Pero la señora Segura y su familia no tendrán pena porque aun y cuando haya entregado el cargo, gozará de un anillo de seguridad digno de alguien que realmente haya enfrentado de manera frontal y directa a los corruptos. Pero como en Guatemala el corcho se hunde, las piedras flotan y la gente desnuda anda con las manos entre la bolsa, a una funcionaria inútil que encubrió todos los actos de corrupción cometidos en la administración pública, en vez de deducirle responsabilidades por haber apañado la podredumbre, se le brinda extraordinaria protección que será la envidia de cualquier ciudadano honrado que tiene que aventurarse por las peligrosas calles y avenidas para ganarse la vida.
A lo mejor se trata de protegerla de todos aquellos ciudadanos honrados que se sienten defraudados por la forma en que se dilapidan impunemente los recursos públicos sin que nadie se ocupe de actuar para proteger los intereses de la población. Pero esta gente honrada no moverá un dedo contra la Contralora no sólo porque no va con los principios de la honestidad y honradez, sino porque además a los guatemaltecos en general el tema de la corrupción les viene del norte y les importa muy poco, acaso porque existe la idea de que a lo mejor llega el día en que uno puede pedirse cartas en ese perverso juego.
La Contraloría General de Cuentas tiene la obligación de auditar todo gasto público, sin excepción, pero la Contralora ha dicho que ella no puede cumplir con su mandato constitucional por falta de recursos. Y cómo jodidos va a haber recursos para trabajar si los dilapidan en babosadas como esa Unidad de Seguridad de la Autoridad Superior. Y nada lentos pusieron que sus jefes tienen que ser o militares o expertos acreditados en seguridad ejecutiva de funcionarios públicos. No hay en Guatemala expertos acreditados en seguridad de funcionarios públicos, por lo que queda claro a quienes va a corresponder el chance.
La seguridad de los funcionarios cuesta un ojo de la cara, pero más cuando se trata de funcionarios que se hacen babosos de su obligación constitucional. Y que de premio se les cuide cuando dejan el cargo es algo que llora sangre.