Asiduamente leo la columna “Catalejo” de Mario Antonio Sandoval quien escribe en Prensa Libre y al terminar de leer la correspondiente al viernes 27 de junio, me impulsó a escribir sobre que cada día se aumenta el número de quienes compartimos el desánimo que provoca comprobar la ineficiencia de tantas instituciones estatales para cumplir con su misión y para agregar que todo ello tiene el común denominador de la improvisación. No solo es la SAT la que ha fallado en este gobierno, entre otros, la Policía Nacional Civil; el sistema carcelario; los servicios de salud en todo el país, no digamos los centros escolares públicos que, aparte de estarse cayendo sus edificios en pedazos, la calidad educativa no aparece por ninguna parte.
Las campañas electorales cada vez giran más alrededor de tantas estereotipadas frases como la de la “mano dura” para impresionar al elector, quien cansado de ver tantas manos aguadas que lo que menos hicieron fue actuar drástica e inteligentemente para reducir los índices de la delincuencia se mezcló con el mercadeo político, para explotar la evidente y reiterada chambonada de los expresidentes sobre la materia. Pero nadie se puso a razonar sobre la inexistencia del qué, cómo, cuándo y dónde se implementaría una política pública que efectivamente le devolviera a la población la seguridad perdida. Simplemente, como es costumbre de la clase política, se llamó al cuate, se le explicó lo que se quería y se pusieron manos a la obra sin planificación alguna, sin contar siquiera con la calificada asesoría, orientación, planificación y mucho menos con el necesario consenso ciudadano.
Estimado Mario Antonio, los mentados planes de gobierno de épocas anteriores fueron enviados por un tubo a la basura, lo que se comprueba desde que empiezan a citarse los nombres de posibles colaboradores del futuro presidente. Ahora, hasta miedo les da nombrarlos, ante el temor que todo el mundo pregunte el nombre de la pata que puso ese huevo. Y es que resulta totalmente contradictorio que la escogencia se base únicamente en el amiguismo o en el compadrazgo. La ineficiencia en las instituciones estatales es la consecuencia de escoger para su conducción a gente sin liderazgo, sin solidez en su formación, sin conocimiento de sus fines y objetivos, incapaces también de poder demostrar honradez, capacidad y conocimientos adquiridos sobre la materia. Y si a lo anterior le sumamos la corrupción, que acertadamente menciona el licenciado Sandoval y se sigue utilizando a la transparencia solo como instrumento para el engaña papos, como que el contrabando siga siendo el rey en la administración fiscal sin que se vislumbre abdicación posible ¿cabrá entonces algo distinto a la debacle?