Lamentablemente, durante la actual administración gubernamental hemos sido testigos de una serie de decisiones que obligan a las autoridades a retractarse, corregir la plana o, en algunos casos, hacer públicas intenciones sin que sean en lo más mínimo lo que más le conviene al país y a sus ciudadanos. Muy buena parte del problema, es que el presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti han salido directamente a presentarse como responsables de las decisiones equivocadas de su gabinete.
Existe un listado enorme de casos en que Pérez ha sido el “vocero” de sus ministros y funcionarios que, como recientemente con la contratación en el INDE, le meten una idea en la cabeza que no es basada en datos correctos y lo apresuran a dar públicamente opiniones que lo plantan como inestable por el cambio de dirección que da en pocos días. En ese ejemplo, empezó con una acusación sobre hechos de corrupción para luego dar su apoyo al proyecto con toda la energía del caso. El desgaste de un proyecto que se pintó como corrupto de parte del Presidente, lo terminó absorbiendo él al retractarse.
Y lo mismo sucede con la intervención de la SAT, con la discusión sobre el mandato presidencial, los temas de las finanzas del Estado, las acusaciones de corrupción, etc. No existe un lineamiento claro y determinado que demuestre las líneas que siguen desde la Casa Presidencial hacia las secretarías, ministerios y demás instituciones del poder Ejecutivo.
No puede un presidente ser el bombero que apaga todos los fuegos porque termina siendo él quien se quema. Para eso, es importante entender que se tiene que contar con la planificación y la responsabilidad de sus miembros de gabinete sobre las decisiones que se toman y que deben cumplir con la estrategia general que persiga la administración actual.
Pero esa estrategia es la que no hay porque no parece ser un gobierno que sigue las líneas generales de una bien pensada planificación, sino que existe la sensación de un grupo de reacción ante los problemas que cotidianamente se nos presentan y, peor aún, de defensa de los casos que generan grandes dudas en cuanto a transparencia.
Hay que reconocer que los datos en el tema de la seguridad han presentado una reducción si se comparan con la línea permanentemente ascendente que venía en los gobiernos anteriores, pero debemos también decir que no es en una medida que haga desaparecer la violencia como problema importante del país ni los otros grandes asuntos están en situación mucho más delicada. Y la errática tendencia se vuelve peor cuando el poder empieza a debilitarse al fin del mandato improrrogable.
MINUTERO
Se dirigió la portuaria
con mentalidad estrafalaria
propiciando muy cabal
un estilo criminal