El antiguo sector capitalino que abarca las zonas 1 y 6, permaneció en el olvido, a pesar que el vecindario no dormido envió peticiones en demasía, pese a ser de cuantioso vehículo, conformante de permanentes trancazones los fines de semana hábiles, llegó su turno positivo. Aceras reconstruidas y modernas, según declive mismas, cuadros sembrados de vegetación oxigenante.
Una esquina en abandono, terronero y estacionamiento, aparte de carnitas, ahora muestra diferente aspecto; vale decir existe una plazoleta que da placer a la vista y al espíritu sediento de tranquilidad y diferente paraje bucólico, atenuante seguro, a modo de ambrosía, entre el bullicio y ruido, ambos factores de la peligrosa y maligna contaminación, difícil de erradicar un suspiro.
Por cierto nuestra capital conforma una urbe más ruidosa desordenada y ajena a la cultura, las buenas costumbres y tradiciones y excepto un de vez en cuando. Lamentablemente el crecimiento y desarrollo, aparejan muchos problemas de toda índole, llenos de seguidores viento en popa, a pesar de los pesares en crecimiento furibundo. Empero, nos da alero sea como sea y el natural cobijo.
Respecto que al fin de las quinientas los trabajos necesarios, también resulta merecedor el hecho consistente en la instalación de un ramaje, el cual parte del parque Colón, 1ª. calle prolongada, 20 avenida, la llamada Cuchilla, Calle José Martí hasta terminar en la colonia Atlántida, populosa.
La presencia del mencionado ramal de Transmetro, soluciona en gran medida el problemón citadino urgido en demasía de más y más unidades del transporte capitalino. Es otro soporte en favor de miles y miles de usuarios en constante expansión tangible, lejos de únicamente motivo de ofertas y más ofertas causantes de incrementar su capital electoral, tras el voto popular.
Vuelvo al sitio metropolitano, cada vez un intríngulis, es preciso repintar bien notorio el borde de las aceras, cebras casi borradas por la inclemencia del tiempo agudizado mientras persista el cambio de clima, repentino y muy variable, con el agravante funesto y sorpresiva causa, a veces sin causa real: más que todo meros caprichos de la naturaleza verdadera.
También debemos aludir con honestidad y franqueza que el colectivo es reacio a todo cambio estructural, mayormente si el asunto tiene que ver con natura. La inconformidad es manifiesta si está lloviendo, que vainas si no caen los benditos aguaceros, indispensables para que germine la semilla, pero a guisa del colectivo que vainas, inconformes por lo tanto.
Seamos conscientes, habitamos un área geográfica envidiable, nada nos falta, excepto la decisión firme de rendirle culto al trabajo fecundo y nuestro suelo pródigo ayuda y coopera en favor y crecimiento de toda siembra prodigio, ajeno a trivialidades que solo complican el desarrollo cotidiano, el aeda Arévalo Martínez: «nos da siempre la lección” lo dijo.