Revoluciones


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No, no voy hablar de las imágenes de artistas guatemaltecos emulando al presidente Árbenz hace 60 años el día que fue derrocado y obligado a desnudarse en el aeropuerto internacional La Aurora. Una propuesta por demás interesante del poeta Martín Díaz Valdés y el fotógrafo Alejandro Anzueto para conmemorar esta fecha. Aunque lo aplaudo.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@gmail.com


No voy a discutir la marcha del pasado lunes, las reivindicaciones (necesarias) para luchar por una causa que nos compete a todos, aunque la mayoría no lo comprenda.

Tampoco voy a explayarme en hablar de la GUERRA, sí, con mayúsculas en Guatemala y toda esa revolución que vivió el pueblo guatemalteco durante tantos años, tiempo de terror, de luto, de abusos, de imposiciones, todo por reclamar lo que es justo y necesario, sin ánimo de ponerme bíblica.

No voy a hablar de esas revoluciones históricas y grandiosas que han emprendido mujeres valientes para la dignificación de todas las mujeres aquí y otras partes del mundo.

Tampoco voy a expandirme en la revolución de la palabra, las letras que se guardan, pero que cuando se publican lloran, reclaman, cambian.

Quiero hablar de otras revoluciones, las pequeñas, las que no se notan así nomás, esas que suceden a diario, que abren brecha, que marcan destinos. Esas que tras noches de desvelo arremeten, se levantan, se enfrentan y aunque sufran embates en batallas, al final ganan.

Esas revoluciones de ideas, de costumbres, de hábitos, de actitudes, de conciencias, esas de puertas adentro y de voces y escuchas sensatos y sensatas, que llevan mujeres a las cooperativas; niños y niñas a las escuelas; personas a alcohólicos anónimos; padres a abrazar a sus hijos; hijos a aprender a escuchar; parejas a saber perdonarse; amigos y amigas a reencontrarse con los años; corazones duros a compartir; manos a levantarse. Esas revoluciones, porque eso son en algún momento, que dan sentido a la vida, aunque a veces esté nublada. Las revoluciones que libramos a diario.