La tarjeta amarilla es un llamado a la cautela, y así debiera ser tomado por la sociedad guatemalteca la nueva nota otorgada a nuestro país por la calificadora de riesgos internacional Fitch Ratings. De acuerdo con uno de sus últimos reportes que pueden ser consultados por los medios, los expertos de tan importante oficina mencionan que la mayoría de las calificaciones en la región están en la nota de “Perspectiva Estable”, lo que a juicio de la misma indica que la deuda soberana de los países anuncia una relativa estabilidad, sin mayores altibajos.
Ahora bien, los calificadores perciben ciertos sesgos negativos en algunos países, siendo éstos los siguientes: Argentina, Aruba, Bermudas, El Salvador, Guatemala y Venezuela, que se encuentran en “Perspectiva Negativa”. En el caso de nuestro vecino, éste acusa problemas en la hormona del crecimiento, y es que aparte de ser el “pulgarcito” de América, no hay indicios de que su tasa de crecimiento repunte, y esto se está volviendo ya de naturaleza crónica.
En lo que toca a Venezuela y Argentina, ya las noticias de la prensa regional cubren ampliamente sus problemas económicos cotidianos, centrados, en el primero en una ausencia de ajuste de su economía y alto deterioro de sus reservas internacionales, mientras que en el segundo en problemas de pago de una parte de su deuda externa y también con escasez de divisas.
Pero lo que más nos interesa es lo referente a la coyuntura guatemalteca, y los calificadores advierten que si no se atacan los “problemas estructurales” que han impedido un mayor crecimiento económico, y si no se procede a una mayor “flexibilidad fiscal”, la calificación podría continuar a la baja, siendo que actualmente fuimos degradados a una nota BB+, estando hoy debajo del denominado “grado de inversión” que comienza con una nota BBB.
Fitch nos recuerda además de que el mundo se está preparando para algunos cambios en los grandes colosos, que parecieran ser muy significativos: en primer lugar, se está observando una fuerte caída del crecimiento chino, y en segundo lugar, la Reserva Federal de los Estados Unidos, está preparando un aterrizaje suave en su política de estímulos monetarios.
La calificadora advierte, además, sobre diversos problemas internos en la región: un crecimiento aún más moderado, el desgaste de gestión de varios presidentes que van hacia la recta final de su mandato, y las mayores presiones sobre el aumento del gasto público, que afectarían el déficit fiscal.
Interesante resulta entonces eso de advertirnos sobre la ineluctable solución de nuestros “problemas estructurales”, y es que ello nos lleva a buscar por debajo del suelo, y ver si nuestro cimiento social, institucional y político no presenta las magulladuras del paso del tiempo, y sobre la necesidad de proceder a conformar nuevas amalgamas y nuevo cemento social, y qué mejor presión para ello que venga desde el propio epicentro de las inversiones y de la globalización.
Las calificadoras de valores como Fitch y Standard & Poors son una guía práctica para todo inversionista interesado en la región, sus informes son ampliamente leídos, y tal como sucede con las decisiones arbitrales en los partidos de futbol, son bastante soberanas, precisamente porque la consejería sobre riesgos y sobre el futuro es un bien precioso de inversionistas, diplomáticos y demás.