El líder espiritual de la Hermandad Musulmana y más de 180 miembros fueron condenados a muerte hoy en el juicio masivo más reciente luego del derrocamiento el año pasado del presidente islamista de Egipto.
EL CAIRO / Agencia AP
El fallo de la corte penal de Minya, en el sur del país, es la condena a muerte masiva más numerosa que se recuerde, y su autor es el juez Said Youssef, quien presidió el proceso. Es la segunda pena de muerte pronunciada contra el guía supremo Mohamed Badie desde que se desató la represión a su grupo.
La corte absolvió a unos 400 acusados, y los familiares de los acusados lloraron o aplaudieron al escuchar los veredictos.
El caso juzgado fue el ataque del 14 de agosto a un cuartel policial en el-Adwa, una aldea cerca de Minya, en el que murieron un agente de policía y un civil. Los ataques de represalia se sucedieron en todo Egipto luego que las fuerzas de seguridad mataron a centenares de personas al reprimir los actos de apoyo al presidente derrocado Mohamed Morsi. Los cargos incluyeron asesinato, pertenecer a una organización terrorista, sabotaje, portación de armas y ataques a civiles.
Youssef condenó a muerte inicialmente a 683 personas y remitió el caso al gran muftí, principal líder espiritual del país. El muftí dio su opinión y devolvió el caso a Youssef.
Abogados de los condenados anunciaron su intención de apelar. De los 683, todos menos 110 fueron juzgados en ausencia, dijo un abogado defensor, lo cual significa que serán juzgados nuevamente cuando sean apresados, como prevé la ley.
Los juicios masivos han causado indignación en el mundo. Sin embargo, muchos egipcios parecen aprobar la mano dura como método para poner fin a los disturbios que trastornan el país desde la caída del autócrata Hosni Mubarak en 2011.
«Ha habido un exceso en la aplicación de las penas de muerte recientemente, lo que provocará más violencia en la sociedad porque la gente se ha habituado a la idea de ejecuciones, matanzas y sangre», dijo el conocido abogado defensor de los derechos civiles Negad el-Borai.
Amnistía Internacional dijo que el fallo es otro «alarmante signo de la creciente politización de la justicia egipcia», especialmente por el «incremento notable» en las sentencias de muerte.
Human Rights Watch, con sede en Nueva York, calificó el veredicto como una «parodia de la justicia».
«Los castigos son muy serios, pero los juicios no lo fueron», dijo Joe Stork, subdirector para el Oriente Medio y África del Norte para Human Rights Watch.