Científicos encontraron en un esqueleto de más de 6 mil 200 años la señal más antigua de infección de un parásito que hoy día infecta a más de 200 millones de personas en todo el mundo.
Los arqueólogos descubrieron un huevo del parásito cerca de la pelvis en el esqueleto de un niño en el norte de Siria que data de cuando las sociedades antiguas comenzaron a usar la irrigación en la agricultura. Los científicos sospechan que las nuevas técnicas agrícolas significaron que la población pasaba mucho tiempo en agua templada, condiciones ideales para que los parásitos entren al cuerpo. Eso puede haber provocado brotes de esquistosomiasis, provocadas por gusanos tremátodos.
«La invención de la irrigación fue un gran avance tecnológico, pero tuvo consecuencias no previstas», dijo Gil Stein, profesor de Arqueología del Cercano Oriente en la Universidad de Chicago, uno de los autores del estudio. «La fuente alimentaria más fiable fue a costa de más enfermedades», escribió en un mensaje electrónico.
El tremátodo por lo general entra al cuerpo cuando las personas se mueven en aguas templadas. Los pequeñísimos gusanos son transportados por caracoles y penetran la piel humana. A convertirse en adultos, infectan la vejiga, los riñones, los intestinos y otros órganos durante años. La enfermedad causa síntomas como fiebre, erupciones, vómitos y parálisis de las piernas. En la actualidad se puede tratar fácilmente con medicamentos que matan los gusanos.
Stein expresó que hay pruebas de cultivo de trigo y cebada en el lugar donde encontraron los esqueletos y que la irrigación también pudo haber provocado brotes de otras enfermedades, como la malaria, al crear charcos de agua estancada donde se reproducen los mosquitos.
Piers Mitchell, otro autor del estudio, agregó que las antiguas sociedades agrícolas pudieran haber provocado sin saberlo la propagación global de tremátodos, que enferman a millones de personas. Dijo que los sistemas modernos de irrigación todavía son un factor en la propagación de enfermedades en los países en desarrollo.
«En muchas partes de África, alguien decide construir un dique o una fuente artificial de agua, y 10 años después hay muchos enfermos de esquistosomiasis», dijo Mitchell.
El estudio fue publicado en internet ayer en el portal de Lancet Infectious Diseases. Otros expertos concordaron en que es probable que la irrigación propagara enfermedades parasitarias al comienzo de la antigüedad.
«Las zonas junto al Nilo en Egipto fueron durante mucho tiempo un centro de propagación porque muchas personas vivían en las planicies expuestas a inundaciones y probablemente muchos padecían de infecciones de este parásito», afirmó Quentin Bickle, experto en parásitos de Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. «La gente probablemente se imaginaba que algo raro sucedía pero no tenían forma de saber qué hacer al respecto».