Pianista y director. «No lo va a conseguir», le advirtieron antaño. Pero se equivocaban: Daniel Barenboim y la Filarmónica de Berlín celebran el miércoles 50 años de relación.
El argentino-israelí tenía 21 años y estaba al principio de su carrera cuando en 1964 se sentó por primera vez al piano con la Filarmónica de Berlín, precedido de su fama de gran pianista.
La orquesta se acababa de mudar en octubre de 1963 al nuevo edificio de la Filarmónica. Al final de la primera temporada en su nuevo hogar, el director, Wolfgang Stresemann, contrató a Barenboim para dar un concierto de Béla Bartók en el que sería su primer concierto de piano.
Casi 50 años después de aquel 12 de junio 1964, el músico argentino-israelí y la orquesta recuerdan esta semana el inicio de «una maravillosa amistad», como el propio Barenboim lo calificó en una entrevista reciente con dpa con motivo del concierto aniversario de mañana.
Barenboim tocará el concierto de piano Nr.1 en re menor de Johannes Brahms bajo la batuta del director de la Filarmónica de Berlín, Sir Simon Rattle. La actuación podrá seguirse en directo en 160 cines de toda Europa, así como vía Internet a través de la web «Digital Concert Hall» de la Filarmónica de Berlín (http://dpaq.de/yqEA0). Las entradas se agotaron hace meses.
Con 71 años, Barenboim es tan diligente como hacía tiempo que no lo era. Argentino de nacimiento y con pasaporte israelí, palestino y español, es uno de los intérpretes de música clásica más famosos del mundo y acaba de crear su propio sello discográfico. Desde 1992 es director artístico y director musical de la Staatsoper de Berlín.
Asimismo, hace un mes comenzó a sentar las bases de una nueva academia para músicos de Israel y el mundo árabe, inspirada en su célebre orquesta West Eastern Divan de jóvenes palestinos e israelíes. También dirige La Scala de Milán y da conciertos como pianista por todo el mundo.
Su relación con la Filarmónica de Berlín podría haber comenzado diez años antes. En 1954 Barenboim tocó en Salzburgo ante Wilhelm Furtwängler. El entonces director de la Filarmónica de Berlín se quedó tan impresionado que quiso invitar enseguida al joven. Sin embargo, el padre de Barenboim se interpuso en su camino.
«Mi padre le explicó a Furtwängler, que para una familia judía de Argentina, que dos años antes se había mudado a Israel, actuar en Alemania poco después del Holocausto era demasiado pronto», recuerda Barenboim.
No fue hasta 1963 cuando llegó por primera vez a Berlín para su actuación con la orquesta berlinesa RIAS. «Poco después Wolfgang Stresemann me invitó a tocar en la primera temporada en la nueva Filarmónica».
El compositor y director de orquesta Pierre Boulez fue el encargado de dirigir a Barenboim en su debut. Fue un concierto con música contemporánea. Boulez dirigió también su obra «Doubles», Igor Stravinski «Quatre Etudes» así como «Begleitmusik zu einer Lichtspielszene» (Música de acompañamiento para una escena de juego de luces) de Arnold Schönberg.
«El concierto fue muy importante para mí por dos razones: fue el inicio de mi relación con Boulez, no sólo como amigo, sino también como socio musical. Y daba mi primer concierto con la Filarmónica», explica Barenboim.
Boulez le introdujo en la Zweite Wiener Schule (Segunda Escuela de Viena) y con ello le puso en contacto con compositores como Schönberg y Alban Berg. «Entonces había aún una separación en el mundo del piano: aquí los pianistas clásicos como Edwin Fischer o Artur Schnabel, que tocan Bach, Haydn, Mozart y Brahms. Y ahí los virtuosos como Vladimir Horowitz, que brillan con Chopin, Liszt y Rajmaninov. Mi padre quería que yo tocara en el primer grupo».
No obstante, Enrique Barenboim, que también era el profesor del joven Daniel, era consciente de que un pianista debe tener además piezas modernas en su repertorio. En él se encontraba el concierto de piano de Bartok, que Barenboim tocó en su primera vez con la Filarmónica.
«Desde el principio tuve claro que se trataba de un gran músico», recuerda Ottomar Borwitzky, que fue casi 40 años primer violonchelista de la Filarmónica, sobre su primera impresión de Barenboim. «Un genio», lo califica por su parte aún hoy en día Leon Spierer, el durante años concertino y que al igual que Barenboim creció en Argentina, a quien conoció de niño.
Borwitzky ha tocado en una docena de conciertos con Barenboim y no puede evitar echar la mirada atrás con cierta melancolía. «Cultiva ese sonido redondo, amplio y con cuerpo como el que tocábamos con Herbert von Karajan», indica el violonchelista.
Barenboim tuvo una buena oportunidad tras la muerte de Karajan de convertirse en su sucesor. Muchos de la filarmónica votaron a su favor entonces. Sin embargo, al final se impuso Claudio Abbado.
Cinco años después de su debut al piano, Barenboim dio un concierto con la Filarmónica como director. Entonces, el intendente Stresemann le advirtió de los riesgos de una doble carrera. «No va a conseguir seguir siendo pianista y a la vez director. Debe decidirse», le dijo. «Le contesté que no me podía decidir y que quería intentar ser las dos cosas», recuerda hoy en día.
La profecía de Stresemann no se cumplió. Con el concierto aniversario Barenboim suma ya 260 actuaciones con la Filarmónica, algunas veces como director, otras como pianista.