La reelección del presidente Juan Manuel Santos para el periodo 2014-2018 en la segunda vuelta presidencial del domingo dejó claro que la mayoría de colombianos apostaron esta vez por la paz, principal bandera política del mandatario durante su gobierno y su campaña electoral.
La polarización vivida en las últimas semanas entre quienes apoyaban a Santos y su intención de darle fin al conflicto armado interno que vive el país desde hace medio siglo a través del diálogo, y quienes consideraban que la vía militar expuesta por el opositor Óscar Iván Zuluaga era la salida, se evidenciaron en el resultado de los comicios.
Menos de un millón de colombianos marcaron la diferencia entre ambos candidatos. Santos obtuvo el 50,94 por ciento de los votos frente al 45,01 por ciento logrado por Zuluaga, y renovó su mandato insistiendo principalmente en la necesidad de seguir otros cuatro años en el poder para finalizar el proceso de paz que lleva adelante desde 2012 con las FARC en Cuba.
Además, los recientes avances conocidos en La Habana sobre la inclusión de las víctimas en la discusión del cuarto punto de la agenda pactada con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el anuncio de un acercamiento para el inicio de un diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) aceleraron de alguna manera la reelección de Santos.
Así lo consideró el analista y politólogo Alejo Vargas, quien afirmó que el país entendió la necesidad de reelegir al mandatario debido a que la entrada de un gobierno diferente iba a acabar con el proceso de paz.
Vargas afirmó en declaraciones a la televisión local que si no había reelección «se acababa el proceso de paz» porque no es la tradición colombiana que los gobiernos sigan políticas en este campo. «Cada presidente tiene su propio proyecto de negociación», añadió.
El analista dijo que en la renovación del mandato de Santos trabajaron «a toda máquina» la coalición del gobierno y las alianzas políticas que tuvo el mandatario después de la primera vuelta el pasado 25 de mayo, que incluyeron a varios de sus detractores.
Para el director de la Fundación Cultura Democrática, Álvaro Villarraga, a partir de este momento la oposición, liderada por el ex presidente y senador electo Álvaro Uribe, antecesor de Santos, debe jugar un papel importante para unirse a la intención de paz.
Villarraga consideró en declaraciones a la TV que el Centro Democrático, partido de Uribe, debe llegar a «unos mínimos acuerdos no sólo en respaldo a la paz en general, sino en respaldo al proceso de diálogo en curso y darle continuidad», teniendo en cuenta la amplia presencia que ese gabinete tendrá en el Congreso.
La internacionalista y politóloga Laura Gil coincidió con Villarraga en afirmar que el actual gobierno es «el único responsable» de «sacar adelante el proceso de paz» porque «(Santos) es el único que ha dado las garantías para que se haga».
Gil cree que «la elección consistió básicamente, en un referendo por la paz; fue la propuesta de guerra versus la propuesta de paz», tomando como referencia la posición que tuvo a lo largo de su campaña Zuluaga sobre las negociaciones al señalar que de ser elegido condicionaría con una tregua unilateral e indefinida su continuación.
Santos, que basó su campaña en los avances del proceso de paz con las FARC que ya deja acuerdos en tres puntos de la agenda, aseguró que con su reelección «llegó el fin de más de medio siglo de violencia» en Colombia.
Hablando ante sus seguidores, Santos pidió el apoyo de los «47 millones de colombianos para hacer de esta la generación de la paz», al tiempo que Zuluaga, tras aceptar la derrota, advirtió que «esto solo se trata de una batalla perdida» porque «la lucha continúa».
Santos además reconoció que un segundo mandato requiere de «grandes cambios» para que los casi ocho millones de colombianos que votaron por él «no se arrepientan nunca de haberlo hecho» y para eso tendrá que poner en juego todo su capital político.
El proceso con las FARC, los acercamientos con el ELN, el mejoramiento en temas como la vivienda, la salud y la educación, así como la generación de empleo y el crecimiento económico del país serán determinantes en el éxito de Santos, quien en repetidas ocasiones ha manifestado su deseo de quedar en la historia de Colombia como el presidente de la paz.