Una reforma fallida


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El pasado 10 de junio, el Diario de Centro América publicó el acuerdo gubernativo 174-2014, por medio del cual, entre otras cosas, el Presidente de la República, decreta una amnistía sobre multas, intereses o recargos para todos los contribuyentes, en un acto que a mi juicio representa el reconocimiento al fallo de la denominada actualización tributaria.

Juan Antonio Mazariegos G.


Como todos recordarán, durante el primer año de este Gobierno, se impulsó una reforma fiscal, la cual, al amparo de las denominadas leyes de actualización tributaria, traía una nueva Ley al Impuesto Sobre la Renta y otra serie de leyes que como se anunciaba pretendían una modernización fiscal y aumento a la recaudación tributaria.  Como bien dice el dicho lo que inicia mal termina mal y esta reforma no fue la excepción, cuando por ejemplo los reglamentos a las leyes emitidas fueron publicados más de un año después de la publicación de las primeras e incluso cuando ya había vencido el ejercicio fiscal que pretendían iniciar regulando.
   
La pretensión final que traía la reforma de que se ampliaría la base tributaria y se incrementaría la recaudación finalmente no se dio y  por supuesto, los mismos que siempre pagamos impuestos vimos aumentadas las tasas por nuestros servicios pero ni se aumentó la base tributaria ni se incrementaron los impuestos y de esa cuenta ya ha pasado a ser noticia de relleno el constante anuncio de la Superintendencia de Administración Tributaria en cuanto a que nuevamente no se alcanzaron las metas fiscales.
    Por supuesto, una amnistía fiscal conlleva también el desincentivo para el buen contribuyente de que no importa si realiza de forma puntual y correcta sus pagos, pues de todas formas ya vendrá otra amnistía que le permitirá hacer borrón y cuenta nueva en el cumplimiento de sus obligaciones tributarias.
   
Sin duda el dinero no alcanza a este Gobierno y en consecuencia de ello echa mano de la fórmula mágica de rellenar la caja sin importar que exista una política fiscal definida, unas metas tributarias claras o un proyecto de Nación que incentive a todos para que pongamos gasolina al barco y este nos lleve a alguna parte.
   
Así que todo aquel que quiera regularizar sus operaciones, pagar los impuestos que debió de haber pagado, sin importar si tiene ya procedimiento administrativo o judicial, no tenga pena, el Gobierno bajo el principio filosófico de billetera mata carita le acepta que usted venga y se lleve una estrella en la frente como buen contribuyente.