Recién en su cargo, Otto Pérez intentó intervenir FLACSO, por primera vez, utilizando a un exizquierdista. A la vez, se preocupó de silenciar todas las voces disidentes en los medios, incluida la mía, para que su mandato no tuviese críticas públicas. Gozaba entonces del apoyo total del CACIF y otros “poderosos”, lo que hoy se desquebraja. Su maniobra en FLACSO no funcionó por la entereza de diversos actores y la defensa institucional.
Hace pocos días intentó de nuevo hacerse de FLACSO-Guatemala, para vergüenza suya y del exizquierdista y exintegrante de la URNG que se prestó para la maniobra. Por el bien de FLACSO y el país, esta burda acción no prosperó. Fue una más de las “metidas de pata” en las impensadas y antojadizas acciones del binomio presidencial. Desde la visita a Roma, la autodeclaración de madre postiza y la acción titiritera de la Corte de (In) Constitucionalidad para cambiar a la Fiscal General, es evidente que la parejita al mando no atina, si bien se intensifica el autoritarismo.
¿Por qué la necesidad visceral de Pérez de apoderarse de FLACSO? Pueden identificarse razones de casta y razones personales. Hay un grupúsculo de antiguos y actuales oficiales del Ejército que se creyeron el “mesianismo” inculcado en la Escuela de las Américas de Estados Unidos y lo han combinado con un populismo barato. Así, está dispuesto a “ayudar” a algunos sectores de campesinos y trabajadores, siempre y cuando estos se conviertan en sus instrumentos. Para los estudiosos, esto suena a fascismo, con un gobierno fuerte que no se tiente el alma para aplicar la represión. Setenta años después de la eliminación del Duce, Hitler y los militares en Japón, lo que aparece en el panorama es un neofascismo. ¿Qué pensará el imperio de este nuevo engendro? El “neo” se origina en el hecho de que los fascistas se preocuparon de proponer medidas “socializantes” pero manteniendo contentas a las burguesías de sus respectivos países. Eso ya no es posible en Guatemala, porque hay sectores de ricos que no creen en ellos. No obstante, la alianza es casi automática con algunos sectores (minería y agroexportación) y con los capitales ilícitos. Un sector de “poderosos” busca así el control, con el ejército como soporte. Por eso se habla de dos años más de desgobierno, seguidos de seis años de otro período neofascista (otro militar o el mismo, al estilo Ubico). Para estos “engolosinados de poder” la intelectualidad es un verdadero obstáculo, particularmente si está vinculada al campo social. Esa es la razón de casta para tomarse FLACSO.
Las razones personales tienen que ver con la justicia a la que tendrá que enfrentarse el excomandante Tito. Le urge a este personaje que se niegue el genocidio, el cual la FLACSO de hoy no está dispuesta a negar. Según el precedente de Nuremberg, no es posible la impunidad por los crímenes de lesa humanidad, como en el Quiché. Otto Pérez teme 80 años de prisión, que es lo que ha merecido su mentor. Para ello, tratará de mover montañas y atacar a la intelectualidad, aunque ya no cuente con sus compinches de la CIA. La historia nos enseña que la justicia sí llegará, lenta pero segura.