El pasado jueves, la ministra de Finanzas, María Castro, presentó su renuncia ante el presidente Otto Pérez Molina y expertos consultados en el tema dijeron que la acción corresponde a una mala señal, ya que la funcionaria es ajena a toda afiliación política con el Gobierno e inclusive no se descarta que pudiera tener presiones para abandonar el cargo.
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Hugo Maúl, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), indicó que no puede “negar” que la funcionaria no tiene ningún vínculo con el Gobierno y por eso la salida de Castro marca una influencia de intereses políticos electorales sobre las finanzas públicas que el deseo de mantener un manejo sano y técnico en las mismas.
Maúl explicó que “a su juicio María Castro no se pudo mantener en el cargo por no dejarse manipular –por el Gobierno– y por la cuestión de los préstamos que se han dado durante las últimas semanas”, acotó.
En el mismo tema, Carlos Martínez, del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos (Ipnusac), detalló que tras la renuncia de Castro quedan vacíos los procesos que tenían en marcha, los cuales se deberán tomar en cuenta para el contexto de las finanzas públicas, ya que se encuentran en una “permanente crisis y el próximo titular no realizará eso”.
RETOS DEL PRÓXIMO TITULAR
A criterio del analista del CIEN, uno de los retos que tendrá que asumir el próximo funcionario será mantener la independencia del ministerio y dentro de éste los intereses para que existan finanzas públicas sostenibles y sanas frente a los intereses políticos electorales, ya que el desafío técnico en estos momentos no es importante.
El que asuma el puesto “simplemente tendrá que tener prevalencia de criterios técnicos sobre consideraciones políticas. No obstante, el grave problema es que cualquiera que llegue, tendrá una sombra y no mantendrá la diferencia –de Castro–. Si no llega alguien con carácter técnico que pueda mantener una separación mínima entre lo político y financiero lo que va a suceder es que va haber más crecimiento en la deuda para el próximo año, un presupuesto más inflado y desfinanciado agregando mayor cargo a una futura reforma tributaria, aumento de impuestos y hasta más endeudamiento”, acotó.