El año pasado el Congreso de la República vivió lo que sin duda puede catalogarse como el periodo menos productivo de su historia, empantanados en un proceso de interpelación que abarcó prácticamente toda la legislatura, el país se vio afectado ante la ausencia de atención a leyes y tratados que pusieron en riesgo la misma competitividad del Estado.
Este año, con una nueva conformación y los ofrecimientos de incrementar el diálogo, la negociación y hacer avanzar la legislatura, una nueva Junta Directiva, también encabezada por el partido de Gobierno, tomó el mando y efectivamente las cosas son radicalmente diferentes, sin embargo, en este otro lado de la moneda, nos encontramos ante un desmedido mercado en donde la alianza entre el Partido Libertad Democrática Renovada (Lider) y los Patriotas se ha conjurado en un ejercicio de producción de leyes hechas a la medida sí, pero lamentablemente no a la medida de los intereses de la Nación.
De esa cuenta, la Ley de Telecomunicaciones, múltiplemente impugnada, la aprobación de un millonario crédito para la construcción de la carretera CA – 2 Oriente que conducirá de Escuintla hacia El Salvador, cuya obra se entregará a una constructora bajo el concepto de ampliación de contrato o la ridícula maniobra de buscar aprobar una ampliación presupuestaria dentro de la discusión de una ley denominada “Ley para la Protección de Obtenciones Vegetales”, se constituyen en algunos ejemplos de la calidad de producción legislativa a la que nos ha llevado el dialogo y la negociación que nos vendieron como don.
Ante este escenario por supuesto cabe preguntarse qué tipo de Congreso nos conviene, aquel amarrado e improductivo al que nos empujó el conflicto infantil entre rojos y naranjas o este en donde la unión de los otrora enemigos no ha generado más que mañas y maniobras para buscar satisfacer intereses particulares.
Por supuesto, a mi juicio la respuesta es ninguno y ante los resultados de las opciones analizadas, no nos queda más que deshojar las hojas del calendario, apresurar al tiempo para que pase y confiar en que de algún modo al momento de nuevamente ser llamados a votar, no hayamos perdido del todo la fe en el sistema y pensemos en que si deseamos resultados diferentes debemos de pensar en personas diferentes para que conduzcan la legislatura. Todo lo anterior, por supuesto, sujeto a que la última globowuizachada que el Presidente de la República ha pretendido instaurar como debate, no haga que este Congreso también se prorrogue y el país deba sufrir un tiempo más con su actuar.